A solemne toma de posesión ayer en la catedral de Santiago de Joseba Segura como obispo de Bilbao abre una nueva etapa en la Iglesia vizcaina tras los pasados ciclos en la diócesis liderados por Ricardo Blázquez y Mario Iceta. El nombramiento de Segura, en primera instancia como obispo auxiliar y después como titular, por parte del Vaticano ha sido acogido, además de con cierta sorpresa dados los precedentes en las decisiones de Roma, con alegría, esperanza y expectación por la comunidad cristiana de Bizkaia. Nada que ver, por tanto, con la inicial frialdad y cierta tensión con las que fueron recibidos sus predecesores ante lo que parecía un intento del Vaticano en un momento clave de la reciente historia de Euskadi por romper de manera radical en todos los territorios vascos con el legado -polémico, a los ojos de muchos- de obispos como José María Setién o Juan María Uriarte. La nueva impronta instaurada por el Papa Francisco se traslada, así, de forma natural, a Euskadi de la mano de Segura, bilbaino de nacimiento, cercano, curtido en las parroquias pero también más allá de nuestras fronteras -ha estado en Ecuador durante once años-, bien formado y muy apreciado, querido y respetado en todos los ámbitos de la diócesis vizcaina, donde también ha sido vicario general. El magisterio del obispo Segura está, con todo, plagado de desafíos en un contexto especialmente difícil para la Iglesia en toda Europa, pero de manera especial en Euskadi, donde la fe, el sentimiento, la identidad y los valores religiosos están perdiendo fuerza y adeptos de manera vertiginosa. En su homilía de toma de posesión, el nuevo prelado apuntó acertadamente algunos de estos retos a los que se enfrenta en su magisterio. Su llamamiento a recuperar “la autoridad moral” de la Iglesia y a construir “propuestas significativas para el mundo con convicción” van en sintonía con los planteamientos renovadores del Papa Francisco de acercamiento y participación de los creyentes en los problemas reales de la sociedad desde la implicación directa y el compromiso con los valores cristianos. De ahí que la autocrítica, la moderación, la humildad, el respeto y la apuesta por la unidad y la imbricación en el tejido social exhibidos por Joseba Segura, así como el pleno conocimiento de la realidad en la que deberá desenvolverse, constituyan una garantía para esta nueva etapa en la diócesis.