UANDO la política exhibe su mejor versión en la búsqueda del bien común y transita por el camino del diálogo leal y el acuerdo -senda de la que nunca debería desviarse- los resultados terminan por emerger y redundar en beneficio de la ciudadanía. Incluso cuando el diálogo y el pacto se producen de forma forzada por alguna de las partes. Así ha ocurrido en los últimos días, en los que, en un escenario sumamente complicado y enrarecido en el Estado español, caracterizado por la confrontación abierta, la bronca, el insulto y la falta de diálogo, representantes del PNV y del Gobierno de Pedro Sánchez han alcanzado tres acuerdos de calado. Pactos que en algunos aspectos van incluso más allá del ámbito territorial de Euskadi y sus repercusiones alcanzan de manera positiva a otras comunidades. La reactivación del calendario de transferencias acordado el pasado lunes entre el consejero Josu Erkoreka y la ministra Carolina Darias, el acuerdo mediante el que el Gobierno vasco gestionará el Ingreso Mínimo Vital para paliar los efectos económicos más negativos de la pandemia en la población más vulnerable y, finalmente, el pacto a tres alcanzado la noche del sábado mediante el que Euskadi recupera sus competencias plenas y tendrá, como el resto de comunidades, capacidad de control absoluto en la gestión de la desescalada son muestra clara de la capacidad negociadora y de diálogo y de la puesta en valor de los intereses generales por encima de los partidistas. Son acuerdos claros, concretos, tangibles y de alcance. Además, esa capacidad de negociación puesta nuevamente en práctica estos días permite al PNV consolidarse no ya solo como un socio fiable para "una alianza estable", tal y como lo articuló la semana pasada la ministra portavoz del Gobierno español, María Jesús Montero, sino como la fuerza vasca de referencia y con mayor capacidad de influencia en Madrid, algo que reconocen con mayor o menor entusiasmo todas las formaciones políticas y representantes del resto de comunidades autónomas. Los últimos acuerdos tienen otra virtud, la de poner al descubierto otras estrategias, como la llevada a cabo por EH Bildu -que se ha quedado fuera del pacto pese a que su teórico socio ERC es firmante del mismo- de claro tinte tacticista y con cero resultados tangibles.