LA marcha atrás del Gobierno español respecto a la negociación con el Govern ha dejado congelado el diálogo para una posible salida al conflicto abierto en Catalunya, debilitando las escasas posibilidades de lograrlo mediante una solución política acordada. Además, este portazo en forma de ultimátum ha abierto las puertas a un posible rechazo a los Presupuestos Generales del Estado ante la falta de apoyo de los partidos independentistas, que se han guardado esa baza al presentar una enmienda a la totalidad, lo que colocaría a Pedro Sánchez en una situación muy complicada y muy cerca del fin de la legislatura. Es decir, el escenario que están buscando con indisimulada ansia las formaciones de la derecha -incluida la más extrema- española. Por el contexto en el que se ha producido, da la impresión de que Pedro Sánchez ha sucumbido a las fortísimas presiones y chantajes provenientes de PP, Ciudadanos y Vox y su irresponsable apuesta por agitar la calle, pero también internas de influyentes barones del PSOE. La actual coyuntura, a las puertas del juicio a los líderes independentistas por el 1-O en el Tribunal Supremo y también del trámite de las enmiendas a unos Presupuestos vitales para la continuidad de Sánchez, ha elevado aún más la tensión. Es obvio que en estas condiciones no hay una salida fácil. Sobre todo, con una derecha cada vez más desacomplejada y más radicalizada capaz, de nuevo, de convocar una manifestación por la simple existencia de una figura del relator o facilitador para la coordinación de las mesas de diálogo. Pero es precisamente en estas complicadas circunstancias y frente a la estrategia de elevar la tensión, la crispación y la confrontación en las que debe imperar la altura de miras y la apuesta firme por abordar un diálogo efectivo en busca de un acuerdo político con plenas garantías democráticas y legales. Eso es lo que exige la enrevesada actual situación. Con la negociación en el aire, tanto Sánchez como Torra insistieron ayer en la necesidad de diálogo, aunque discreparon abiertamente sobre el contenido del mismo, y más en concreto sobre la autodeterminación. Por ello, es fundamental concretar el fondo y la forma de la negociación, para lo que las bases ya están puestas. Pero es necesario romper este bloqueo con urgencia porque el tiempo corre en contra de esta vía y en favor de una derecha cada día más extrema que cree acariciar ya La Moncloa.