NTE la lógica imposibilidad de saber si los mensajes vertidos por la directiva del Athletic en el desayuno con la prensa organizado días atrás han arrojado luz, eliminado las posibles dudas del socio, servido para formalizar unas propuestas económicas del gusto del destinatario, o al menos asumibles, y perfilado los criterios de actuación que rigen en Ibaigane, ya podemos asegurar que es más que probable que esos fines se hayan alcanzado gracias a las impagables opiniones y reflexiones expuestas por Jon Ander de las Fuentes, contador de la junta, en una entrevista publicada el pasado martes en un diario vizcaino.

El mensaje nuclear del especialista en números incidía en la necesidad que tiene el club de vender futbolistas si quiere ser una entidad sostenible, saludable económicamente. Así enunciado, sin más, tampoco supone ningún descubrimiento. Durante las últimas décadas ha sido bastante común que el Athletic se haya desprendido de jugadores e ingresado dinero por ello. Otra cuestión sería distinguir los motivos que había tras estas operaciones. Variados, la verdad. Esto es, no cabe equiparar la salida de Rafa Alkorta al Real Madrid o la de Aduriz al Mallorca, ambas alentadas desde las directivas correspondientes a fin de resolver sus apreturas, con las más recientes de Javi Martínez, Herrera, Laporte o Arrizabalaga, materializadas tras el abono íntegro de las cláusulas, en algunos casos muy infladas porque entonces la directiva no tenía intención de vender y, si un comprador llamaba a su puerta, buscaba la máxima rentabilidad.

Los ejemplos que ilustran esto último se dieron en el mandato de Josu Urrutia, período que se abrió con la reformulación de los números elaborados por la junta anterior y en el que el club invirtió una tendencia negativa apoyado en una gestión austera y nítida, además de beneficiarse de las frecuentes clasificaciones europeas y, por supuesto, del comentado asunto de los activos que cambiaron de aires. Consecuencia de todo ello, se procedió a la creación de un fondo, 82 millones de euros, para quien posteriormente accediera al gobierno del Athletic.

Este recordatorio viene a cuento porque si Urrutia nunca manifestó su voluntad de deshacerse de las mejores piezas del vestuario, menos aún para cuadrar sus balances, resulta que Aitor Elizegi era de la misma forma de pensar. Lo de "era" habrá que subrayarlo tras atender a De las Fuentes. Porque en el programa electoral elaborado por Elizegi, en el apartado dedicado al Área Económica, se leía lo siguiente: "Evitar el traspaso de jugadores considerados activos estratégicos por razones económico-financieras".

Es imposible mayor contundencia en el enunciado, de modo que ahora la pregunta obligada es: ¿en qué quedamos? O entre los actuales dirigentes conviven pareceres contrapuestos o la experiencia vivida en el día a día del club les ha empujado a cambiar de planteamiento. Si fuera lo segundo, quiere decir que la actual directiva no sabía dónde se metía y, una vez dentro, se ha caído del guindo.

El desconcierto aumenta cuando el contador reconoce que el contrato que su directiva diseñó para Iñaki Williams, incrementando su cláusula en casi 30 millones hasta situarla en 135, es el único que excede "los límites del fútbol profesional". Vale, pues dándole la razón, en qué estaban pensando. Acaso creían que con semejante precio alguien vendría a buscar al hombre récord de la plantilla o es que confiaban en que los depredadores preferirían echar sus redes sobre jugadores menos mediáticos. Hasta la fecha no ha ocurrido ni lo primero ni lo segundo, lo cual no quita para que el contador defienda que "vender" es prioritario.

Perdón, sí que ha habido interés declarado por un jugador. Ibaigane recibió una propuesta en firme del Espanyol para hacerse con los servicios de Ibai Gómez, a la sazón un suplente de lujo a las órdenes de Gaizka Garitano. El Athletic iba a percibir una cantidad similar, si no superior, a la que desembolsó para su captación del Alavés, el futbolista estaba por la labor de irse para Barcelona, pero Elizegi no dio su visto bueno alegando que el entrenador iba a utilizar al protagonista de la historia. El tiempo demostró que esto no era cierto. Ibai no jugó ni antes ni después de este episodio, pero un deseo personal prevaleció sobre las necesidades de la entidad. Por cierto, Ibai dejó el Athletic el pasado verano y como le restaba un año de contrato el club le tuvo que pagar un buen porcentaje de la ficha correspondiente a la temporada en curso.