Reclamar la igualdad legal, de trato y respeto social real para todas y todos es algo básico, aunque haya muchos que no parezcan entenderlo.

La reproducción humana es sexual y el sexo lo determina el número y tipo de cromosomas; es una ley biológica, ni social, ni política ni producto del patriarcado. Así que existe el género masculino y el femenino, más allá de quien gobierne o dicte la norma social. Existen peces genotípicamente hembras que de mayores evolucionan fenotípicamente hacia macho. No es el caso en seres humanos. Que en la formación de los gametos haya fallos o como se quiera llamar a los cambios sobre la normalidad reproductiva no creo que se deba a ningún contubernio de grupos de presión mediático, económico o de otra índole social, sino a la propia naturaleza del proceso biológico. Como consecuencia de esto que la genética clásica, quizá con poca delicadeza lingüística, denominaba síndromes, nacen seres humanos con ligeras diferencias cromosómicas haciendo difícil el encaje en un género concreto. Que se legisle para que tengan posibilidad de definirse en un género u otro entra en el respeto a toda persona, pero que se pueda hacer sin aval científico-médico me parece jugar a los dados y más si el proceso se permitiera de ida y vuelta repetitivo. No digamos nada si la edición génica se generalizara.

En todo caso no es la biología ni la fisiología de los procesos de homosexualidad o transexualidad lo que me resulta sorprendente, entre otras razones porque ni soy genetista ni médica y porque tengo buenos amigos homo y transexuales, sino el proceso in crescendo del interés mediático y de grupos de poder por aupar el mundo LGTBI. Porque por mucho colorido que pongan a sus desfiles, son una respetable, pero minúscula proporción de la población. Por esto mismo causa cierta perplejidad que no solo cabalguen a lomos del movimiento feminista, sino que estén poniéndose al frente manejando sus bridas, incluso liderándolo. Porque el movimiento feminista no lucha por los derechos de una pequeña proporción, sino por los de la mitad de los humanos, por su igualdad legal y real, por no ser agredida ni asesinada por el mero hecho de ser mujer, por tener las mismas opciones profesionales... porque la lucha contra la discriminación patriarcal sigue vigente.

Me asaltan las dudas sobre si tras el frontispicio del amplio apoyo mediático a la reivindicación LGTBI no haya otros intereses, probablemente más patriarcales que feministas. Además de diluir las demandas feministas, que la prostitución siga ahí como está, con abuso y mercadeo de mujeres, o que se aprueben los vientres de alquiler para poder tener hijos propios en úteros ajenos, con mujeres pobres que alquilen su cuerpo en esclavitud.

No creo que el movimiento feminista deba enredarse en esa lucha, aunque para gusto sean los colores.

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