pecado original

Las izquierdas socialistas de entonces, como las de ahora, no le perdonaron jamás a Scholz esa evolución. Y pese a su constante ascenso, le han amargado la vida. Puntos álgidos de ese hostigamiento fue negarle hace dos años la presidencia del partido (fue elegida Saskia Esken, arquetipo de militante "del montón"), el ninguneo sistemático de su candidatura a la cancillería federal por parte de "Jusos" y el ala izquierda, así como la crítica intensiva a la "gran coalición" (SPD-CDU/CSU) propugnada y apoyada -entre otros- por Scholz. Pero en contra de la izquierda utópica y el pésimo punto de partida -fuga de militantes y una intención de voto del 15%- la candidatura de Scholz se fue afianzando. No tanto por méritos propios como por errores de los competidores. Y no tanto por lo atractivo de su programa gubernamental como por la desconfianza o el desinterés que generan los programas rivales. Se afianzó tanto que hasta se permitió desairar públicamente a los socialistas utópicos que le habían ninguneado. Poco antes de la jornada electoral, Scholz comentó las recomendaciones de alianza gubernamental que le hacían las izquierdas con una frase digna de Luis XIV, el rey sol: "No habrá ninguna coalición que no sea del agrado del canciller".