DMITO que, cuando era un tierno infante -que lo fui- no mantuve nunca una relación epistolar intensa con Olentzero ni los Reyes Magos. Ellos se ocupaban de mi lista de regalos con la magia navideña de acertar en un número sorprendentemente alto de ocasiones -aunque patinaron con algún par de calcetines que no entraban en mis expectativas-. Así que no acabo de ver la polémica en la carta dirigida por Olentzero a los niños de Leioa a través del Ayuntamiento. Un poco raro sí queda que les envíe una larga carta en castellano y se le cuele que no lo lee bien y que prefiere que le escriban en euskera. Se lo dice a niños euskaldunizados, con la capacidad de hacerlo y también la pereza de no usarlo. Pero, de ahí a que el Partido Popular interprete que Olentzero amenaza con dejar sin regalos a la chavalería castellanoparlante es mucho rábano para tan poca hoja. Heblemos de quién politiza la lengua vasca, a la que tenemos el derecho, pero no el deber legal de conocer, como sí ocurre con el castellano. Ni el Ayuntamiento de Leioa ni el PP van a decidir los regalos que llevará Olentzero a cada casa. Es infantil sugerir que los niños y niñas vascos, que consumen euskera, castellano e inglés audiovisual a diario, temen la represalia del carbonero por causas lingüísticas. Se dice que, si la vida te da limones, haces limonada. El PP vasco ha recibido tanto carbón que prende fuegos.