HAY una pérdida de perspectiva en el debate político con independencia del asunto del que se trate. En esta semana ha vuelto a ocurrir con la propuesta de acercamiento de presos de ETA. La contaba el secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, en una entrevista televisada. Es lo que tienen las entrevistas, que lo correcto es responder. En el contexto de la manifestación en favor del acercamiento de los presos del sábado anterior, se hacía difícil que no saliera el tema. El caso es que salió y el secretario reveló que es intención del Gobierno vasco trasladar al recién constituido gabinete de Pedro Sánchez una propuesta que fundamentalmente sirve para acreditar que los 210 presos de ETA que permanecen en prisión caben en siete cárceles ubicadas dentro y alrededor de Euskadi. Que no hace falta irse a la otra punta de la península para que sus hijos, madres, hermanos o parejas les vean unos minutos una vez al mes. Esto parece que era lo que se reclamaba hace siete días en las calles de Bilbao. Pero las intervenciones de Arnaldo Otegi e Idoia Mendia han enfocado el asunto hacia donde no era. La secretaria general del PSE picó en la reacción del PP y Covite y equiparó acercamiento con progresión de grado. La segunda requiere de acciones positivas del preso en favor de la reinserción; la primera es mera política penitenciaria humanitaria. Y Otegi criticó que se haga pública esa propuesta sin hablar antes con las familias de los presos. No sé si piensa que deberían rechazar la medida por ese motivo. O se trata de que otros no le metan la cuchara en el caldo que la izquierda abertzale engorda desde hace décadas, no se lo vayan a diluir.