NO entiendo la polémica en torno a las recomendaciones de la Ertzaintza para evitar situaciones de riesgo. En la hipersensibilización -la natural y la interesada- que vivimos estas semanas con la sucesión de agresiones machistas he escuchado lecturas forzadas sobre el efecto de esas recomendaciones. Personalmente encuentro de sentido común evitar lugares solitarios en horas no transitadas o evitar las citas a ciegas, por poner el caso. No acabo de ver que tras ellas haya un efecto -mucho menos una voluntad- de hacer a la víctima de una agresión sexual responsable en ningún aspecto del delito que ha cometido uno o varios canallas. Como no considero que las advertencias habituales para reducir riesgos de robo en el hogar durante las ausencias vacacionales signifiquen que nadie presuponga que, si te entran en casa y no habías aplicado esas recomendaciones, el robo sea culpa tuya. Aquí el delincuente lo es en virtud de sus actitudes y no de las de sus víctimas. Una vez sentado esto, puede parecernos innecesario recordar a los menores que no exhiban sus móviles de última generación ante extraños, a nuestras hijas que no transiten solas por ciertos lugares a ciertas horas o a nuestras amamas que eviten entrar a su portal seguidas por un extraño. Pero ocurre que esas tipologías de delitos se producen. Ni tu hijo ni su hija ni mi amama van a ser corresponsables de la acción de la que son susceptibles de ser víctimas. Pero se hace evidente que recordar estos extremos resulta más oportuno de lo que aparentaba. Por suponer que todos estamos informados no se reducen riesgos. Por identificarlos, sí. El sentido común no es sexista.