Esta reseña en recuerdo de Begoña, probablemente, ella no me la hubiera autorizado dado su carácter discreto, que es el propio de toda su familia, pero a personas de la fortaleza de convicciones, de bondad personal y espíritu solidario siempre es bueno tener un recuerdo, siquiera breve, en una sociedad en la que la mediocridad crece pasmosamente.
Begoña, en primer lugar, y siendo la esposa del lehendakari Ibarretxe, siempre prescindió de las pompas y el oropel de la corte. Nunca aspiró a ser lehendakari consorte y se mantuvo en su puesto de trabajo fabricando botellas, lo que le proporcionó una visión del mundo y de los problemas de los trabajadores que solo se conoce siendo una más de los mismos. Begoña era una mujer próxima, cercana a sus amigos, que siempre tienen que ser pocos y buenos y de firmes convicciones abertzales y sociales, una especie de quintaesencia del mandato del lehendakari Ibarretxe.
Además de mujer trabajadora, fue una mujer dedicada intensamente a su familia, tanto a sus hijas, como ha quedado acreditado por su personalidad y profesionalidad, como a la denominada familia amplia, muchas veces abandonada por quienes abdican de una responsabilidad que deben asumir los parientes próximos. El valor de la familia lo compartía con el propio lehendakari, las decisiones troncales que afectaban a sus vidas se adoptaban comunitariamente, incluidas algunas de las decisiones más relevantes de la vida política del lehendakari ohia como la propia aceptación de su candidatura, es decir, aquellas que además de su dimensión política afectaban directamente al núcleo familiar.
En definitiva, y es un perfil muy común en las mujeres de Aiara, en Begoña se combinaban la personalidad de una mujer empoderada con un intenso compromiso social con las personas más desfavorecidas y con ello un colchón amortiguador de los sinsabores de la política que también el lehendakari ohia tuvo que soportar.
Goian Bego.