Casi un año y medio después de que Orona acordara abandonar la Corporación Mondragon, la cooperativa de Hernani ha vuelto a ser actualidad por una decisión de su Consejo Rector que ha sorprendido a propios y extraños por las formas y el fondo con que se ha producido y que demuestra una política de gobernanza un tanto sui géneris, máxime cuando se trata de una empresa de economía social.

Los alrededor de 1.600 socios cooperativistas de Orona se enteraron de que el Consejo Rector había cesado a Aitor Azkarate, que durante los últimos tres años ha sido director general, en sustitución del histórico Xabier Mutuberria, por “sus dificultades relevantes para llevar a cabo el proyecto socioempresarial asignado”, a través de una nota interna remitida el pasado 28 de mayo, cuando nadie se esperaba una decisión de tal calibre, sobre todo después de haberse celebrado un mes antes la última Asamblea General.

Aparte de los términos utilizados para justificar la decisión y que han llamado la atención dentro del ámbito de la propia Orona como fuera de él, sorprende que el relevo del máximo responsable ejecutivo de la cooperativa se haya producido justamente cuando la empresa de elevación hernaniarra había dado a conocer unos resultados históricos en términos de facturación y de empleo.

Nadie entiende cómo el CEO de una empresa puede ser relevado de su cargo cuando en el ejercicio del año 2023 las ventas de la compañía se elevaron a los 1.009 millones de euros, lo que significa un incremento del 12,6%, y un ebitda de 143 millones, así como un aumento de la plantilla, por cuarto año consecutivo, hasta alcanzar los 6.111 trabajadores. Y ello sin contar con la adquisición de cinco empresas en Europa, que hace que Orona consolide su presencia en 13 países.

Con estas nuevas incorporaciones se trata de afianzar el proyecto Orona UE 2030, cuyo objetivo es alcanzar una cifra de negocio en torno a los 1.200 millones de euros en ese mismo año y dar empleo a 7.000 personas en el continente europeo.

Como quiera que el ex director general de Orona Aitor Azkarate, sigue trabajando en la cooperativa, aunque en esta ocasión se ha integrado como un trabajador más en el departamento económico financiero, habrá que colegir que “sus dificultades relevantes” tendrán otras motivaciones distintas a las puramente económicas. Su condición de socio cooperativista le permite seguir dentro de la cooperativa, porque en una empresa de capital al uso una medida de este tipo de pérdida de confianza no parece estar ligada a la continuidad en el seno de la organización.

En este sentido, parece que la causa del cese de Azkarate, según las razones que se han esgrimido de manera interna, tiene que ver con cuestiones de tipo social relacionadas con la fractura que se vivió en la pasada Asamblea General, donde la modificación del reglamento interno de la cooperativa que forma parte del Marco Estatutario y Regulatorio de Orona (MERO) y que faltaba por aprobar, tras el cambio de estatutos realizado con motivo de la salida de Mondragon en diciembre de 2022, solo fue apoyado por el 51% de los socios cooperativistas y por una diferencia de 30 votos. En esa Asamblea General, el Consejo Rector vio cómo su propuesta de realizar la votación a mano alzada provocó la airada reacción contraria de una gran parte de los socios cooperativistas que demandaron realizar la votación de manera secreta, tal y como al final se hizo.

Curiosamente, concitar el apoyo de los socios a esa modificación del reglamento interno, donde parece que no han tenido mucha participación, a pesar de haberse creado una comisión ad hoc, es una tarea que corresponde más al Consejo Rector que al director general, que bastante tiene con la actividad diaria de la empresa. En esta modificación normativa también ha intervenido un despacho de abogados externo a la propia cooperativa.

Esta versión parece que no ha convencido a muchos socios cooperativistas que son de la opinión de que el cese de Azkarate y su sustitución en el cargo por Oier Lizarazu podría ser un reconocimiento y recompensa a los años en los que fue presidente del Consejo Rector, un periodo en el que impulsó una de las decisiones más importantes de la cooperativa –por no decir la más relevante de toda su historia–, como fue el abandono de la Corporación Mondragon. Lizarazu fue sustituido en la presidencia del Consejo Rector por Iker Argote hace un año, para liderar el proceso y culminación del MERO.

En año y medio, la línea de actuación de la dirección de la cooperativa, que podría inspirarse en los planteamientos del que fuera director general de Orona, Xabier Mutuberria, que, a pesar de estar jubilado sigue acudiendo al edificio de Orona Ideo en Hernani, al parecer, en calidad de asesor, está experimentando una pérdida de confianza importante por parte de los socios cooperativistas. Si en diciembre de 2022 el 72% de los socios cooperativistas votaron a favor de la salida de Orona de Mondragon, hace un mes la propuesta del Consejo Rector para modificar el reglamento interno solo obtuvo el apoyo del 51%.

El nombramiento de Oier Lizarazu como director general de Orona deberá ser ratificado por la Asamblea General, que es el máximo órgano de decisión de la cooperativa y donde cada cooperativista es un voto, según establece la ley de Cooperativas de Euskadi. De la misma forma, es inhabitual, según la tradición cooperativa, que quien ha sido durante un periodo de tiempo presidente del Consejo Rector, que es un órgano representativo, cuyos miembros son elegidos directamente por la Asamblea General, ocupe, posteriormente, el máximo cargo ejecutivo de la empresa.

Los cambios que se están registrando en Orona no solo afectan a la dirección, sino también a la plantilla, hasta el punto de que se va a producir un relevo generacional, ya que un gran número de trabajadores se van a acoger al plan GES que contempla salidas incentivadas para aquellas personas que hayan cumplido los 58 años. Una situación que en algunos sectores provoca cierta incertidumbre sobre el futuro, teniendo en cuenta algunos perfiles de las personas que se quedan.

De la misma forma, entre los socios cooperativistas de Orona en el Estado español hay discrepancias por la diferencia del nivel salarial, –índices en terminología cooperativa–, entre los trabajadores que viven en zonas del norte de la península y los que residen en distintas áreas del sur, hasta el punto de expresar su descontento por esta falta de igualdad a la hora de percibir los mismos emolumentos. Una situación que también se repite en algunas filiales de Orona, que fueron adquiridas en su momento.

Con esta situación, Orona se puede convertir en un caramelo muy deseable para sus competidores, dentro del proceso de concentración que se está produciendo en el sector de la elevación en el mundo. No hay que olvidar que Orona es el quinto fabricante de ascensores de Europa y el segundo del Estado español, por detrás de Otis. El mercado español es muy apetecible, ya que es el primero de Europa con un parque de 1.200.000 aparatos elevadores y una normativa que obliga a realizar servicios de inspección y mantenimiento con carácter mensual. Esta actividad es muy rentable para las empresas porque es un permanente y recurrente flujo de capital y de generación de caja en forma de cash.

Una posibilidad que podría ser lanzada desde Orona Holding, S.A., una sociedad instrumental participada al 100% por Orona S. Coop. que es tenedora de las filiales que esta cooperativa tiene en Europa, además de las empresas de elevación adquiridas en el Estado, y que facturan más de la mitad de la matriz. Curiosamente, el presidente de esta sociedad de cartera ha sido hasta el año pasado Xabier Mutuberria, a pesar de haber abandonado la dirección general de la compañía en el año 2021.

Todo un escenario que parece contradecir el espíritu de Elkarrekin urrunago, el slogan utilizado por Orona hasta hace unos pocos años, para basar su estrategia de reputación y marca a partir de los valores cooperativos en contraposición con las empresas de capital. Cosas veredes…