CADA vez estoy más convencida de que el periodo laboral tiende a acortarse a mínimos históricos. No es una inocentada sino pura matemática. Lo digo haciendo una reflexión que me quita el sueño hace meses. Los jóvenes cada vez lo tienen más difícil para encontrar su primer trabajo. Aparte de las consecuencias que acarrea este lastre ocupacional, las primeras cotizaciones a la Seguridad Social se dilatan en el tiempo hasta edades bien avanzadas. Por otro lado, las empresas cada vez quieren que los mayores se jubilen antes por eso de que la renovación es la panacea de este siglo. Demasiado joven para contratar, demasiado viejo para trabajar.