Pasar de pantalla. Qué fácil en el móvil, el ordenador o la tablet. Con un dedo cambiamos de asunto y a otra cosa mariposa. Mal que nos pese, en Euskadi estamos favoreciendo que la izquierda abertzale, aquella cuyos portavoces justificaban los asesinatos de ETA no hace tanto, estén pasando de pantalla (o lo hayan logrado ya) sin decir que ETA estuvo mal, que no debió matar, extorsionar, secuestrar. Escucho a Arnaldo Otegi esta semana hablar y sentar cátedra en una entrevista sobre sí mismo. Le preguntan si su pasado político es una mochila para ensanchar la base electoral de EH Bildu en nuestro país. Y contesta con rotundidad que no. Que para nada. Al contrario, dice que todo ese discurso –en referencia al terrorismo– “está superado en este país”. Vaya. Pienso en aquellos atentados que me tocaron de cerca y recuerdo cada comunicado y comparecencia de Otegi y otros. Les veo hablar como si las personas asesinadas hubiesen muerto de forma natural, como si los fallecidos por un coche-bomba cayeran de los árboles. En las elecciones vascas del año que viene, quienes voten por primera vez habrán nacido en el año 2006. No habrán visto nunca en la televisión un atentado, ni escuchado el dolor de una víctima más allá de los programas que afortunadamente desarrolla el Gobierno vasco en los colegios, como Herenegun. Desconocen muchos de los detalles de su historia más reciente y lo que les llega les suena a cosa del pasado. Más siendo una generación donde se cambia de pantalla cada segundo. Un mismo ejercicio de desmemoria, lamento también decirlo, que se ha naturalizado en aquella sociedad que sí vivió con horror el efecto de ETA. “Estamos en una fase histórica con grandes retos”, decía el coordinador general de EH Bildu. Coincido aunque con distintos objetivos. El mío que la memoria no pase de pantalla. El suyo gobernar con desmemoria en otra pantalla.
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