Se terminó una campaña electoral que ha sido una montaña rusa instalada en un lodazal. La última semana, y sobre todo los últimos días, han sido de vértigo. Lo han tenido Feijóo y el PP, que después de pasarse de frenada han querido frenar sobre el barro y han derrapado. Han tenido que recular –a su manera– con sus insinuaciones conspiranoicas sobre Correos, con las no explicaciones de Feijóo sobre lo que sabía o no del narcotraficante Marcial Dorado, y con su sospechoso no acuerdo en Gasteiz tras repartirse el PP y EH Bildu las comisiones municipales, hasta tener que renunciar. Mucho vértigo.