EL mandato como tal de Aitor Elizegi arranca con el final de la temporada. Aunque en los meses precedentes haya habido una gestión y una serie de decisiones adoptadas en las diversas áreas que conforman la vida del club, es desde hace un par de semanas cuando puede afirmarse que su proyecto empieza a cobrar forma, especialmente en todo aquello que se refiere al ámbito deportivo. Coincidiendo con las vacaciones de las plantillas, asistimos a cambios en la estructura de Lezama, se comunican altas y bajas o se revisan contratos, y con todo ello la actual directiva va asumiendo una responsabilidad de la que deberá rendir cuenta ante los socios. Hasta ahora era distinto: en todo caso, cabía hablar de una responsabilidad compartida con los anteriores dirigentes, que fueron quienes diseñaron la temporada recién concluida.

El margen de maniobra de Elizegi y sus colaboradores era escaso cuando entraron en el Athletic. La competición estaba lanzada y poco o nada podían incidir en una dinámica que los profesionales se encargaron de voltear. Su mejor aportación fue refrendar con entusiasmo la figura del entrenador que se encontraron ocupando el banquillo. Acertaron, si bien amparar a Gaizka Garitano era la única vía transitable; no hacerlo equivalía a adentrarse en una senda incierta y pisar terreno muy resbaladizo, máxime para una junta sin vuelo.

La tarea que pivota sobre la persona de Rafa Alkorta está orientada a poner los pilares de la siguiente campaña. Es la prioridad porque agosto llega enseguida, pero un ojo está puesto en el medio plazo porque hay que administrar un período que se alarga hasta 2022. El quita y pon característico de estas fechas busca dotar a la entidad de un proyecto para competir de inmediato con ciertas garantías, pero también busca establecer unos criterios de funcionamiento sostenible a través de una planificación.

Las temporadas no son compartimentos estancos. Lo que se hace o se deja de hacer repercute en los siguientes ejercicios. Esta reflexión significa, por ejemplo, que lo que vaya a ocurrir en la 2019-20 parcialmente estará condicionado por lo realizado en la 2018-19. Y aquí surge la pregunta: ¿cómo ha sido esta última temporada? Saberlo es importante porque de lo contrario se corre el riesgo de equivocarse.

El manido “de dónde venimos” exige una respuesta precisa, pulcra, a fin de poder construir unas bases sólidas para lo que vendrá. Hay que tener muy claro cuál es el punto de partida, de ahí que haya que cuidar la redacción del relato y su transmisión. En este sentido, es preferible pensar que por inexperiencia el club ha confundido el análisis o la información con la propaganda y el marketing.

El texto colgado en la web del Athletic al día siguiente del cierre liguero a modo de balance del ejercicio, ofrecía una lectura bastante distorsionada de los hechos. El encabezado resultaba muy elocuente por su tono desafiante: “El Athletic de Garitano sí hizo números de Europa”. Ya, pero aparte de que alguien lo cuestionase y sin restar un ápice de mérito a la puntuación obtenida desde diciembre, no parece la manera idónea de reforzar un mensaje. Desde luego, como lenguaje institucional no tiene un pase. Es un titular propio de diario deportivo. El resto del texto más que como un análisis se enfocaba como una réplica a quien corresponda que habita fuera de las paredes de Ibaigane.

El toque surrealista del asunto nace de una certeza, pues que se sepa el Athletic no jugará en Europa el año que viene. Resolver esta aparente contradicción con la frase “?la impensable posibilidad de tener en la mano la Europa League, que se esfumó por un larguero de Iñigo en el Sánchez Pizjuán”, denota un afán por catequizar con argumentos de taberna, pretende que el personal que ha seguido la marcha del equipo comulgue con ruedas de molino.

Por otra parte, es correcto y legítimo apoyarse en la estadística para vender las bondades de una trayectoria, pero es feo convertir la estadística en arma arrojadiza contra la anterior dirección del club. Seguro que existen fórmulas más elegantes para ensalzar las capacidades de los actuales dirigentes.

El texto acababa así: “Es todo un aval (los números de Garitano) para el proyecto que se construye desde ya de cara a la próxima temporada”. Ojalá ese deseo se plasme. No obstante, uno quiere pensar que las personas encargadas de llevar las riendas del área deportiva se mueven en una órbita distinta a la de los escribidores de la casa y están trabajando a partir de su propio diagnóstico.