EL 27 de diciembre volverá a ser una fecha histórica para el Athletic. Ese día Aitor Elizegi ganó las elecciones por un margen de 85 votos. Fue una jornada en medio de las navidades y venció contra pronóstico a Uribe-Echevarría, que todos pensaban que iba a ganar sin bajar del autobús. Un error de cálculo, el peso de lo anterior, una mala campaña y unas cuantas razones más son las excusas de los derrotados. Analizando al detalle esta situación, para mí, sin duda, lo más
determinante ha sido la presencia en el ambiente del presidente anterior, Josu Urrutia. Alberto Uribe-Echevarría, continuista, no quiso desprenderse
prácticamente nada de la figura de su jefe durante los sietes años y medio anteriores. No utilizó la autocrítica y creyó al igual que su líder que lo pasado había sido todo de color de rosa. Aislados en el búnquer del poder creyeron estar tocados por la varita mágica y desoyeron las voces cada vez más insistentes que les hablaban de hacer retoques en su hoja de ruta. Insistieron tanto en el discurso pretérito que no sonaban como propios sino todo lo contrario. El socio no compró sus proclamas y acabaron votando por el cambio. Todo lo demás está muy bien, pero las elecciones se perdieron en este episodio. Enfrente, Aitor Elizegi armó un ejercito de amigos, por cierto, todos ellos con una gran preparación que aunaron ganas, trabajo, coraje y unas dosis importantes de valor. Contra pronóstico salieron a provocar elecciones y no solo lo lograron, sino que con un mensaje sencillo pero cercano convencieron al suficiente número de votantes como para que se produjera el milagro. En esta candidatura se veía el hambre por lograr llegar al sillón de Ibaigane, cada paso era una subida a un monte y, además, todos acababan en la cima hasta conquistar la más alta sobre las 23.00 horas del día 27. Aitor Elizegi es nuestro presidente y el Athletic tiene problemas. Rememos juntos como dijo sencillamente excelso Alberto Uribe-Echevarría. Todo lo bien que él lo haga, será bueno para este gran
club. @monjeondavasca