éramos pocos y, contingencias de la época actual?, ya tenemos en el escenario económico una nueva ceremonia en la que el ‘músculo financiero’ de los fondos de inversión pretende controlar el ‘músculo tecnológico’ de las empresas. Así viene ocurriendo en los últimos años y así parece que puede acontecer en la anunciada compra de un 14,9% del capital de Euskaltel por parte de Zegona. Los objetivos de este proyecto no están tan claros como los datos aportados. Por tanto, hay motivos para la incertidumbre y argumentos para ser precavidos, habida cuenta como muchas estrategias liberales han planteado soluciones financieras muy alejadas de las necesidades empresariales.
No es cuestión de repetir los fríos números de la operación, pero tampoco debemos anteponer el calor de un juicio de valor. Así que remitámonos a las dudas generadas desde que el pasado viernes se conoció la pretensión británica, acompañada, naturalmente, de buenas palabras: “Euskaltel es un negocio estratégicamente atractivo con una fuerte posición competitiva en sus mercados locales y toda una serie de oportunidades para lograr un crecimiento rentable”; y mejores propósitos: “garantizar que siga siendo una empresa vasca líder”.
En esta primera aproximación al tema que nos ocupa, también preocupa el futuro de una empresa, cuyo activo material es la riqueza que genera (empleo, beneficios y rentabilidad), pero que pone en riesgo su activo inmaterial (conocimiento y experiencia) y el valor de este último en el sector de las telecomunicaciones tiene inmenso e innegable potencial en el control de las tendencias consumistas de la sociedad. Es, sin duda, un estimulante panel de operaciones para los fondos de inversión que operan buscando la rentabilidad para sus asociados mediante un conjunto de ardides y estrategias que es el arte de hacerse rico”, según Tales de Mileto, o denominada por Aristóteles como ‘crematística’ y definida como una actividad “contra natura” que deshumaniza a quienes se dedican a ello.
Hechas las presentaciones, pasemos a señalar las dudas que genera la propuesta de Zegona, con sus temores e incertidumbres.
ACCIONISTAS En primer lugar está el panorama accionarial que se vislumbra tras la compra de ese 14,9% por parte de Zegona. Existe la posibilidad de dos frentes poderosos. El primero liderado por el fondo británico, que cuenta con el previsible apoyo de Capital Group, su accionista de referencia en Zegona (7,84%) y presente en Euskaltel (5,27%), lo que establece una ‘fuerza accionarial’ superior al 35%, al tiempo que desplaza a Kutxabank (21,32%) a un segundo término en Euskaltel, aunque el banco vasco puede contar con el apoyo de Corporación Alba (10,02%) y Abanca (4,48%). Es decir, dos bloques que superan el 35% cada uno en el capital de Euskaltel.
Si los británicos censuran, como así lo han hecho, la gestión que se ha llevado a cabo en Euskaltel en los últimos meses con un consejo de administración controlado por Kutxabank? ¿significa que estamos ante dos bloques antagónicos? Una pregunta que lleva a otras dos. La primera es: ¿Podrán convivir ambos en el mismo consejo de administración? y una segunda incógnita no menos preocupante: ¿Existe un acuerdo previo entre los dos accionistas de referencia?
EL CABALLO DE TROYA También nos debe preocupar las buenas relaciones que Zegona tiene con Virgin Mobile, el primer operador móvil virtual del mundo que forma parte del conglomerado multinacional creado por Richard Branson en 1970, y que ahora puede tener la oportunidad de penetrar en el mercado español de la mano de Eamonn O’Hare y Robert Samuelson que salieron de Virgin para fundar Zegona. En este sentido, cabe recordar que Virgin quiso desembarcar en España adquiriendo Yoigo hace tres años, pero fracasó en su intento.
Por último, y no menos importante, suena bien que grandes firmas internacionales se interesen por empresas vascas, cuyo potencial productivo y su activo tecnológico son atractivos, como lo demuestran las operaciones protagonizadas por ITP (hoy en manos de Rolls Royce) y Gamesa (dentro del Grupo Siemens), pero en ambos casos estaban avalados por proyectos empresarialese industriales. No es el caso de Euskaltel, ya que quien aspira a ser su primer accionista es un fondo de inversión que practica esa actividad “contra natura” que deshumaniza a quienes se dedican a ello.
Resumiendo, prudencia y precaución.