EL presidente español se tendrá que enfrentar en un plazo de tiempo muy corto a la decisión de convocar elecciones, ya que las cosas se le están poniendo muy feas. Cuatro meses de gobierno no son nada en una situación normal pero no en este caso, marcado por su comienzo con una moción de censura. Cuando la ganó, su presidencia tenía un horizonte teórico de dos años, pero hoy parece que ese plazo no podrá cumplirse, debido a su creciente debilidad, producto, por un lado, de ciertos episodios de su gabinete que entre tesis doctorales, másteres y chalés afean su credibilidad; y, por el otro, el incumplimiento de aquellos asuntos para los que le dieron el voto los partidos catalanes y vascos.
Echar a Mariano Rajoy y al PP fue necesario para mantener la credibilidad parlamentaria tras la sentencia del caso Gürtel, por la que el PP fue condenado como partícipe a título lucrativo, pero de ahí a que Sánchez pensara que los apoyos recibidos eran porque confiaban en el PSOE, hay un trecho. Y se ha ido viendo.
En Catalunya les amenaza con el artículo 155 mientras retrasa el diálogo necesario para responder a esa sociedad que no solamente no se cansa de exigir sus derechos, sino que se mantiene movilizada contra todo pronóstico. Y en nuestro país no cumple con el acuerdo en torno a las 37 transferencias pendientes y tampoco muestra ninguna disposición a tratar el nuevo estatus que sería una vía para avanzar en la resolución del conflicto vasco. El tiempo pasa y la paciencia se agota, le advirtió Andoni Ortuzar, presidente del EBB del PNV. Probablemente la legislatura se terminará pronto en Madrid sin lograr nada bueno y con una enorme frustración y desafección inevitable con respecto a España.
Pero también hay tarea en casa: la Encuesta de Capital Social 2018 realizada por el Eustat-Instituto Vasco de Estadística muestra una sociedad que no tiene la confianza necesaria. Es verdad que mejora ligeramente con respecto a la de 2012 pero no es lo suficientemente positiva. Entre otros aspectos, se valoran la confianza en las personas y en las instituciones, la cohesión y la inclusión social e incluso la felicidad y la salud para estimar nuestra capacidad de generar oportunidades que favorezcan el desarrollo personal, social y económico. Los resultados llaman la atención. Por fijarme solo en dos: los y las políticas tienen peor valoración incluso que los militares, y la felicidad y la salud muestran una relación estrecha con las clases sociales, peor en las más bajas; lo que nos habla de la necesidad de fomentar la cohesión social.
Pero no todo son malas noticias, hay otras que animan a confiar. Esta semana se han celebrado en Bilbao varios eventos de importancia. El Global Social Economy Forum, con 1.700 personas de más de ochenta países compartiendo experiencias que fortalecen la economía social o la jornada de BBK, con el apoyo de la Diputación Foral de Bizkaia-Bizkaiko Foru Aldundia, para impulsar iniciativas con impacto social y medioambiental, a la par que generando nuevos modelos sociales y empresariales. Bizkaia puede ser un territorio referente los próximos años. Bienvenido sea.