LA economía es algo muy serio en la medida que afecta, para bien o para mal, en el bienestar de toda la sociedad. Por ello, resulta sencillamente vejatorio e insultante ver cómo algunos políticos con responsabilidades de gobierno, quienes, empeñados en proyectar una imagen beneficiosa para sus intereses personales o partidistas, ponen el carro delante los bueyes apelando a ideas que no admiten discusión: “Las buenas noticias no deben esquinar las lecciones del pasado. Ahora que las cosas van bien es momento de ser previsores”, dichas por Mariano Rajoy, pero revestidas de una hipocresía que ofende a gran parte de una sociedad como la española, líder europeo de las desigualdades.

Con palabras rimbombantes: “Desde los poderes públicos debemos incentivar que el ahorro piense en el largo plazo”, el Gobierno español aprobó este pasado viernes un real decreto que permitirá recuperar a partir de los 10 años lo aportado en planes y fondos de pensiones y verán sustancialmente rebajadas las comisiones. Pues qué bien. Todos felices. Bueno, todos no. Sólo los 8 millones de personas que, según el ejecutivo español, pueden ahorrar. Ninguneados y marginados quedan otros 11 millones de trabajadores que gastan todo lo que ganan porque el salario no da para meter en la hucha algún que otro euro. Incluso alguno (unos cuantos millones) no salen de la pobreza.

Claro que, por otra parte, si esos 8 millones de personas pueden ahorrar será porque tienen buenos salarios y podrán acceder en el futuro a pensiones públicas muy superiores a la media que se complementarán con los planes privados de pensiones, mientras que el resto tendrán que contentarse con miserables subsidios. Todo un ejercicio de cinismo. ¿Es así cómo Rajoy ha aprendido las lecciones del pasado? ¿Es esta la estrategia para ser previsores?

Los problemas (muy graves) en el pago de las pensiones no están promovidos por el gasto sino por los ingresos. Las palabras de Rajoy reflejan a la perfección ese viejo consejo que avisa de las consecuencias de poner el carro delante de los bueyes. Buscar soluciones para incrementar los ingresos no es lo más estimulante si se quiere soslayar la protesta del poder empresarial y financiero. Por ello, la solución a los problemas fundamentales se coloca en un lugar secundario en el contenido informativo. Después de todo, se quiere evitar el ruido mediático y, ya se sabe, que lo menos estimulante, aunque sea lo más importante, suele ser lo más ruidoso.

EXCEDENTES Y DEUDAS Para que las cosas funcionen con corrección, lógica y sentido común debemos hacerlas respetando un debido orden como parece que pretende hacer el Gobierno vasco. Este es el contraste que bien merece poner en valor. Como se sabe, las previsiones de recaudación fiscal en 2017 se han visto superadas en 729 millones de euros. Sin embargo, no se harán grandes dispendios, ya que, en palabras de Pedro Azpiazu, se antepone la reducción de la deuda a cualquier otro objetivo. Adelantar amortizaciones de la deuda pública permitirá no agotar el margen de deuda, sujeta a la regla de gasto impuesta por Bruselas.

Por otra parte, y esto puede resultar muy importante en el corto y medio plazo, las expectativas del BCE en su política monetaria contemplan poner fin a los estímulos fiscales y una subida en el precio del dinero (tipos de interés) que encarecerá futuras negociaciones para la refinanciación de la deuda pública. Si se reducen las cantidades a refinanciar también bajará el montante de sus intereses. Esta situación, en un panorama donde se espera una mayor inflación, será beneficiosa para quienes que, como el Gobierno vasco, anteponen la deuda al gasto, al tiempo que aumenta la capacidad de autofinanciación.

Lo ha explicado con claridad Pedro Azpiazu al asegurar que no estamos instalados en la “abundancia permanente” y defiende esa aplicación de recursos porque “fortalece su posición financiera con menor deuda y mayores remanentes, y descarga el presupuesto de 2018 para ganar margen de maniobra en su formulación y en su gestión. Nada más ni nada menos”.

Señor Rajoy tome nota (o deje que otros lo hagan) porque nunca andará como queremos un carro en el que los bueyes se colocan detrás del mismo.