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El ‘pendrive’ se queda corto

PARA el común de los mortales la capacidad de almacenamiento de un pendrive es casi infinita. Cabe toda una vida en imágenes, relatos de lo más sugerentes y un sinfín de contactos con las amistades que uno recolecta a su paso. Se diría que un pendrive es casi un saco sin fondo. Y digo lo del casi porque leída la ampliación que se anuncia al norte de estas palabras uno sospecha que la decisión de escuchar y entrar a debate y valoración sobre las mil y una propuestas procedentes de los distintos municipios de Bizkaia, con la obligación de presentar sus iniciativas enriquecidas con toda la información posible en los dosieres, será una tarea de titanes. Quizás el cronista se equivoque, pero sospecho que se cierne una tormenta de ideas sobre las Juntas Generales con la amenaza de una sobrecarga de ideas, como si las bodegas o la santabárbara de un navío llevasen más peso del que puede soportar el barco.

Aunque quepa la sospecha de que el pendrive se desborde, lo cierto es que la idea de prestar oídos a tantas y tan variadas voces suena a música celestial. Nada hay más exasperante para quien reclama unos derechos o ser escuchado para que mejore lo suyo, aquello tan institucional del “vuelva usted mañana” hasta cansarle. Ahora los municipios irán a tiro fijo, por mucho que las condiciones sean leoninas: al menos once municipios deberán ponerse de acuerdo en sus deseos y sugerencias . Se espera, supongo, que no haya un atragantón de papeles e ideas lanzadas a vuelapluma y que al cabo, sí, quepa todo en ese moderno baúl de nuestro tiempo. Pero ni aunque no fuese posible, la intención de prestar atención es algo digno de elogio cuando tan acostumbrados estamos a los oídos sordos.