HAY veces en que se lo ponen a uno a huevo. Ayer fue el verdadero día de la marmota. El animalito, de nombre Phill, vaticinó que el invierno será largo. Creo que esta vez acertará.

Estos días se habla mucho de choque de trenes: en el Ayuntamiento de Gasteiz con los Presupuestos, en Podemos con la guerra Iglesias-Errejón, en Catalunya... En el caso del proceso soberanista, sin embargo, no es verdad. No puede haber choque de trenes porque uno de los elementos en riesgo cierto de colisión no es un convoy que avanza en sentido contrario, es simplemente un muro. Lo que en términos ferroviarios viene a ser una topera, cuyo objetivo no es otro que detener la circulación de un tren si este no se frena por sus propios medios.

En estas está el Gobierno español, en levantar un muro para parar y descarrilar el tren independentista. Un importante periódico español titulaba ayer así la en apariencia contundente decisión del Ejecutivo de Rajoy respecto a Catalunya: “El Gobierno impedirá las urnas”. Es la respuesta -toda una declaración de principios- que se le ocurre al Estado ante el tal desafío independentista, lo que viene a ser la versión cañí de El imperio contraataca de la famosa saga bélico-galáctica. Poco hay que añadir respecto a las intenciones salvo la necesidad de remarcar que ha abandonado una vez más la vía del diálogo para resolver el conflicto que se le viene encima cada vez a mayor velocidad. Otra cuestión será la eficacia de lo que se está planteando con sus planes, bastante paupérrimos.

Todo parece apuntar a que el plan de ataque del Gobierno es ya, sin titubeos, la aplicación del artículo 155 de la Constitución que prevé la intervención o incluso suspensión de las autonomías. En este caso, mediante el precinto de los colegios electorales y la toma del control de los Mossos d’Esquadra para evitar que se celebre el referéndum (“impedir las urnas”). Esa es, junto a la permanente judicialización del proceso y, como ayer, la utilización de la Guardia Civil para enrarecerlo, su topera para detener el tren. No es que uno sea ex-perto en estrategias (ni ferroviarias ni bélicas) ante tamaños desafíos, pero la efectividad real de estas medidas, más allá de la cuestión meramente simbólica, viene a ser cero. Siguiendo con el símil galáctico, parece La amenaza fantasma. Pero ya se le ocurrirán más, que construir muros está de moda.

La marmota tiene razón, el invierno será muy largo.