Por aclarar algo de lo que es muy probable que veamos en el futuro más o menos inmediato. Parece que las relaciones entre PNV y PP están a día de hoy donde estaban antes de la investidura de Rajoy. Al grano y el tractor siguió un enigmático límite negociador que el presidente del Gobierno fijó en sí mismo, muy a su estilo: “lo responsable”.
Conviene no equivocarse ante futuras negociaciones. Una cosa es un pacto de legislatura, algo así como un marco de convivencia bajo el mismo techo, y otra distinta acuerdos puntuales para apoyar los presupuestos generales del Estado; eso se asemeja más al sexo sin amor. Así que los “cromitos” a los que hacía alusión Aitor Esteban, bien podrían caber si vienen con álbum completo en una negociación presupuestaria. La experiencia demuestra que los sucesivos gobiernos de España solo han sido sensibles a cumplir la ley, el Estatuto, cuando su debilidad era manifiesta. Es el caso. Añadan una liquidación del Cupo pendiente desde hace años o el traspaso de la gestión económica de la Seguridad Social.
Otra cosa distinta es que en el cambio de paradigma de las relaciones entre el Gobierno vasco y el español, si este se produjera, entrara una contribución más estable del PNV a la tranquilidad de un Gobierno del PP. Y ahí ya veo más dificultades pero también mayores oportunidades que en esa jugada a pequeña, por decirlo en términos de partida de mus, que son los presupuestos.
Si hablamos de esa otra gran negociación que aún no se vislumbra, hay varios asuntos que deberían abordarse: desde la aceptación del nuevo estatuto que alumbre el Parlamento Vasco hasta el cierre de ETA, con la entrega de armas, el cambio en la política penitenciaria y su disolución. Esto último no necesariamente en ese orden, pero sí con todos esos ingredientes. Esa, la pequeña y la grande, ofrecen una foto completa de lo que el PNV bautizó como “la agenda vasca” y que tiene poco de siglas y mucho de interés general para la ciudadanía vasca.
Entre las dificultades objetivas, hay una de saque: el marcaje de un partido como Ciudadanos que hace de la recentralización una de sus señas de identidad. Cada vez que Rivera reivindica que todos los españoles tienen que disfrutar de los mismos derechos y cumplir las mismas obligaciones vivan donde vivan está proponiendo un café para todos y una LOAPA del siglo XXI.
Pero no solo por ahí llegan los obstáculos para negociar grandes acuerdos; Rajoy ha demostrado hasta ahora ser un gobernante tan disperso en sus palabras como inflexible en sus actos. Hay motivos para dudar de su fiabilidad.