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La digestión del milagro

La Mesa del Congreso se constituyó a imagen de PP y Ciudadanos pero acaba siendo motivo de tiros de fogueo

NO recuerdo que el Nuevo Testamento entre en detalles sobre la digestión de los beneficiados con el milagro de los panes y los peces pero, viendo los efectos que ha provocado la versión parlamentaria vivida esta semana en Madrid, imagino que no debió ser todo lo placentera que cabía esperar.

La constitución de la Mesa del Congreso fue el marco de la multiplicación de los votos secretos, que no son de nadie pero acabaron poniendo de uñas a todos. PP y Ciudadanos obtuvieron más de los que ellos aportaban y de todos es sabido que nadie sabe de dónde salieron. Sorprendentemente, aunque la consecuencia haya sido que los partidos de la derecha española hayan logrado lo que buscaban -una mayoría en la Mesa-, asistimos a un recrudecimiento del discurso de la formación naranja, que vuelve a situar el veto a Mariano Rajoy sobre la mesa de juego. Solo puede ser un fuego de artificio o excusas de mal pagador.

Dice el partido de Albert Rivera que esos votos de más son indicio de que el PP está dispuesto a pactar con los nacionalistas -los no españoles, se entiende- y que, en ese plan, que no cuenten con ellos para abstenerse siquiera en la investidura de un presidente. La veleta naranja, que hace unos días giraba hacia el reconocimiento de que Rajoy tendrá que gobernar, vuelve ahora a ceder a una bipolaridad que ya suena a chirigota. Para ello, olvida que los mismos votos que reprocha haber recibido el candidato del PP los recibió también el suyo. Y se pone farruco después de haber chupado del bote dos asientos en la Mesa que no le correspondían y que logra gracias al respaldo de los de Rajoy. Es munición de fogueo, postureo antes de la rendición. Si no quieren elecciones, y no las quieren, ya apaciguarán el nervio cuando toque. Quizá no de aquí a una semana, pero seguramente sí de aquí a un mes.

El atracón de peces-voto del otro día en la votación de la Mesa les ha servido también a PSOE y Podemos para tapar sus miserias apuntando hacia otro lado. Al igual que en enero pasado, su propia incapacidad de sentarse a hablar ha determinado que la mesa del Congreso tenga mayoría de PP y Ciudadanos. Los socialistas y su alter-izquierda no se pueden ver y son incapaces de identificar al rival común porque el principal enemigo de cada uno de ellos es el otro. Eso les ha impedido ceder lo suficiente entre sí o a terceros para generar una mayoría alternativa. Un escenario desolador como modus operandi de la legislatura que se avecina.

De modo que pagan su frustración con el de al lado. Iglesias está cabreadísimo con los catalanes porque no le han apoyado y les anuncia las siete plagas de Egipto. Y al PNV, al que prioriza desalojar toda su filial en Euskadi -porque lo llevan diciendo seis meses-, menos la candidata oficialista a lehendakari -porque lo dijo ayer mismo-, le pide cuentas de algo que no sabe pero que supone porque así no hay que mostrar en público la incapacidad propia. La de panes y peces que están por venir.