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Des(in)vistiendo a Sánchez

La proliferación de voces encontradas en el PSOE sobre qué hacer respecto a Rajoy acaba por desnudar a su secretario general y mete al partido en la UCI

SE le puede leer entre líneas a Felipe González, o directamente al presidente socialista extremeño, Fernández Vara, que la semana pasada fue mucho más directo y lo dijo a las claras, con el resultado de las urnas aún caliente: su partido tendrá que dejar gobernar a Mariano Rajoy. Por mucho que se perjure lo contrario, la realidad es que el PSOE está hoy hecho un lío sobre sus prioridades y la consecuencia de todo ello es que a Pedro Sánchez le están poniendo a la puerta de Moncloa con los pantalones por los tobillos.

El secretario general socialista intentó ser investido con poco acierto y menos apoyo en su casa y ahora tiene una visita pendiente a Moncloa en la que va a decirle a Mariano Rajoy que no cuente con su apoyo pero en la que llega agarrado a un tonel porque, en el casino que es ahora mismo el PSOE, Sánchez lo ha perdido todo. Nadie cuenta con que afronte el hara-kiri de unas nuevas elecciones y eso le obliga a ceder ante un gobierno de Rajoy. Pero quienes comparten las siglas del socialismo español ni siquiera le han dejado cartas en la mano para jugar esa última baza y recuperar los pantalones.

El PSOE decidirá este fin de semana votar contra la investidura de Rajoy en primera vuelta. Nadie le puede negar a Sánchez -ni al resto de la oposición- esa mínima satisfacción de retratar la minoría de Rajoy en el Congreso. Pero a nadie le entra ya en la cabeza que los socialistas no se abstengan o inventen algún triste mutis de algún diputado en una próxima votación que permita arrancar la legislatura.

La del PSOE es una situación extrema. Le mantiene vivo el soporte vital que recibe de su presencia institucional que, mermada, le sirve al menos para que sus constantes no se detengan. Pero está en la UCI. Necesita arrancar esta legislatura porque no puede afrontar otra cita con las urnas que sólo reforzaría aún más al PP. Sus votantes no pueden estar permanentemente acudiendo a las urnas sin mayor expectativa que salvar al partido.

Pero, llegados a este punto, tienen que decidir. Su horizonte es liderar la oposición a Rajoy con el aliento de Podemos a su espalda y aprovechar este tiempo para recomponer filas. Tendrá que priorizar porque no tiene una alternativa a Sánchez aunque el tiempo de éste parece agotado.

Construir un nuevo liderazgo ya no es tan inminente como parecía porque la variable de Susana Díaz se ha debilitado tras perder ella misma en Andalucía frente al PP el pasado 26-J. Y los últimos años han sido un no parar de quemar otros nombres, de modo que ahora mismo el entorno de la actual Ejecutiva socialista es un erial. Como en El Desierto de los Tártaros -la novela de Dino Buzzati-, el PSOE está encerrado en su fortaleza esperando a un enemigo que no llega mientras se desgarra internamente.

De modo que las prisas de un sector por descabalgar al secretario general socialista chocan con la necesidad de no provocar un cisma que acabaría por matar al paciente.