MELERO López estuvo acertado en lo técnico, pero desacertado en lo disciplinario en el duelo entre el Athletic y el Villarreal en el que las tarjetas fueron numerosas. Más de las necesarias. No se puede culpar de nada al árbitro porque no tuvo incidencia en el resultado del partido. Estuvo tranquilo sobre el césped y se manejó bien en el aspecto técnico, aunque hubo un par de acciones en las que no aplicó correctamente la ventaja cuando tuvo que hacerlo. Señaló acertadamente el fuera de juego de Aduriz en el minuto 6 del partido. También estuvo correcto al no decretar penalti en el minuto 49 por mano de Musacchio, puesto que la pelota golpeó en el pecho del argentino.
Fue en el ámbito disciplinario donde más sufrió el colegiado malagueño desde mi punto de vista. Pudo sacar tarjeta roja a Sabin Merino después de que el jugador del Athletic pisara a Musacchio. Fue una acción instintiva y por miedo la realizada por el futbolista del Athletic. Sin embargo, la segunda amarilla a Iñaki Williams se la pudo haber ahorrado. Es una jugada que crea muchas dudas como para ser castigada tan severamente. Era un balón dividido en una zona del campo que no merecía semejante sanción. Tampoco creo que debió expulsar a Bonera después de que este viera la segunda amarilla. La infracción, cortar el balón con la mano, entiendo que no fue voluntaria por parte del central del Villarreal. Por otra parte, incluso en el caso de que hubiera intención en la mano del defensor, esta no corta el pase a un jugador en concreto. Por ese motivo creo que no tuvo que ser amonestado. En resumidas cuentas, a Melero López le pesó más lo disciplinario que lo técnico y acertó en las jugadas más polémicas.