Víctimas y sociedad, el diálogo necesario
El testimonio de los damnificados por la violencia y la participación social son imprescindibles para la convivencia
DURANTE los largos años de violencia, la ciudadanía vasca ha vivido de alguna manera ajena a las víctimas causadas por tanta barbarie, ha estado lejos de su sufrimiento, de su lucha por sobrevivir, muchas veces en un ambiente hostil o, cuando menos, indolente. La violencia había cavado una trinchera que separaba a las víctimas de la sociedad. La calle era suya y de los suyos.
Afortunadamente, la situación parece ir cambiando de manera paulatina pero inexorable. Empezamos a escuchar a las víctimas, sus testimonios, sus vivencias, sus reproches -claro que sí-, sus miedos y anhelos. Las vemos, las leemos, las oímos (“Oír: 1. Dicho de una persona: Atender los ruegos, súplicas o avisos de alguien, o a alguien. 2. Hacerse cargo, o darse por enterado, de aquello de que le hablan”). Las entendemos. Nos solidarizamos.
Faltaba otro paso más, mirarlas a los ojos, escuchar su historia de su propia boca, dialogar con ellas. Abrazarlas. Decirles que les fallamos. Pedirles perdón. Eso es, al fin y al cabo, la convivencia. La paz, la convivencia y la reconciliación son imposibles sin la participación ciudadana real y efectiva.
Estos días, la memoria ha salido a la plaza pública, al ágora, al foro, de la mano de la iniciativa del Instituto de la Memoria Gogora, una oportunidad casi inédita para el acercamiento de la sociedad vasca, para que la ciudadanía se enfrente a su pasado y para que pueda darse ese diálogo necesario con las víctimas. Un ciudadano asistente a la jornada que tuvo lugar el martes en esa exposición itinerante de Memoria Plaza, en la que un grupo de víctimas ofreció su testimonio, contaba que pese a que duró más de dos horas se le hizo realmente corto y muchas personas, emocionadas, se acercaron después a dialogar con los damnificados. Ayer, cerca de cien personas participaron junto a víctimas en un diálogo abierto. Son ejemplos de esa necesidad de reconocimiento mutuo, de memoria sin filtros, de dar y oír testimonio de lo vivido. Y de reconciliación, si cabe.
Las víctimas, tan plurales como la propia sociedad, se acercan también poco a poco a esa plaza pública que tantas veces han sentido como territorio hostil.
De momento, este tipo de iniciativas están cosechando un amplio respaldo social. Solo Covite -de nuevo un paso más allá que la AVT- rechaza esta muestra de Gogora y, en palabras textuales, “critica que el Gobierno vasco promueva dinámicas de convivencia entre las víctimas de distintas violencias en lugar de hacerlo entre quienes justifican el terrorismo”.
Ojalá que quienes durante años han aplaudido y jaleado la violencia escuchen y participen en esas dinámicas. Es posible que cambiase su perspectiva y eso les llevase a hacer una profunda autocrítica. Oír (atender y hacerse cargo) y dialogar, entender el dolor, te cambia la vida.