El tobogán engrasado de Pedro Sánchez
La situación de Sánchez no puede ser indefinida y hay pocos fuera y dentro del PSOE que no le animen a la inmolación
SÁNCHEZ sabe lo que se juega. No es un irresponsable por mucho que le quieran pintar de tal cosa. Pero no puede vivir en la cuerda floja. La jugada de hacerle perder a Mariano Rajoy una votación de investidura la ha perdido. Esa cuerda se estrecha ahora alrededor de su cuello y sobran manos para tirar de ella. Fruto de ese frenesí es la bipolaridad de los mensajes que llegan del secretario general socialista y su entorno. Un día templa gaitas al bofetón de Iglesias y al siguiente se ve obligado a poner pie en pared en dirección a Podemos porque, si no lo hace, los suyos le echan la casa abajo. Sánchez se juega ser presidente o nada y su mayor problema es que entre los suyos hace tiempo que hay una corriente clara que apunta a la segunda opción. Porque lo sabe él mismo, trata de que el aparato, su ejecutiva, le escude de los francotiradores, los barones.
Pero la dificultad añadida a tener cada vez menos aliados dentro de casa es que no tiene ninguno fuera de ella. Iglesias no es su socio, aunque se muestre dispuesto a ser su vicepresidente. Y eso convierte el día a día de Sánchez en un sinvivir que afronta con arrojo. Con más arrojo que planificación. Al secretario general socialista todo el mundo le echa pulsos. Le achican desde el PP, que de este modo evita tener que afrontar lo suyo, lo de Mariano y su futuro. La medida de la situación la dan argumentos tan manidos como el de asociarle con “los proetarras, los de la CUP y Podemos”, como ayer esgrimía el vicesecretario de Comunicación popular, Pablo Casado.
Pero ahí está Sánchez, en lo alto del tobogán al que él mismo se ha subido. Quizá esté pagando la novatada de pensar que se puede ser presidente con el apoyo de Podemos los días pares y de Ciudadanos los impares. No cuela. Y, mientras mira la pendiente, dentro y fuera de sus filas le dan grasa al tobogán que conduce hacia Ciudadanos. A primera vista, Sánchez se adhiere al argumento para poner freno a las ínfulas de Iglesias pero todos saben que Ciudadanos no le va a apoyar un gobierno con Podemos ni Iglesias un pacto de investidura con Ciudadanos. Lo saben porque lo han vivido en Andalucía.
La vía de Ciudadanos lleva inexorablemente hacia el PP. Si Sánchez acepta resbalar por esa rampa va a dar forma a la gran coalición -por activa, participando, o por pasiva, absteniéndose- que le pide Rajoy, le pide Rivera y le piden, de facto, los barones de su partido. A estas alturas, la duda está en saber quién se va a dar más prisa en empujarle por ahí o si se va tirar él solito.