El primero que deje que aparezca Diego
PSOE y Podemos se citan y se eluden y alguno de los dos tendrá que tragarse sus palabras si no quieren elecciones en mayo
ES un escenario imposible. Por muchos guiños que siga haciendo Pedro Sánchez a Pablo Iglesias, uno de los dos tendrá que decir Diego donde dijo digo. Podemos sostiene que sus cuatro grupos parlamentarios son una condición irrenunciable para poder negociar un gobierno de esos que llaman de progreso con los socialistas. Sin embargo, cuando se jugaba ese partido y pudieron utilizar la inteligencia de evitar en la Mesa del Congreso una mayoría de PP y Ciudadanos que les veta hoy de facto esa posibilidad, eligieron levantar la liebre. Ahora la derecha tiene mayoría en esa mesa, los socios que podrían encontrar en la periferia de la Corte -Euskadi y Catalunya- no tienen representación en ella y la factura de esa situación se la gira continuamente Iglesias a Sánchez. O borra esa línea roja o no hay acuerdo.
Mientras, Sánchez choca en su propia casa con cualquier intento de abrir puertas a una base amplia que sostenga. Los guiños al PNV, a Convergencia y a ERC en el Senado son un intento de acercarse a ellos para empastar la amalgama. Pero los barones socialistas no están por la labor. La pose puede más que la inteligencia política. A la clientela electoral socialista de Aragón o Extremadura o Andalucía nadie le ha educado en el respeto a la pluralidad, en percibir las posibilidades que un escenario de incertidumbre como el que afronta, lo admita o no, el nuevo gobierno catalán, es el terreno para el diálogo y no para provocar su aislamiento. Que no lo sepan sus votantes es triste; que sabiéndolo lo obvien los barones socialistas es lamentable. El silencio de Susana Díaz daba a entender que Sánchez tendría manos libres a la hora de buscar acuerdos pero también puede ser que se limite a dar metros a la soga de la que el secretario general socialista acabará colgando. Porque, si le cierran las puertas los suyos en materia territorial y no tiene nada que ofrecer a Podemos, solo le queda desdecirse de su negativa a permitir que gobierne el PP o asumir que él tampoco es capaz: a las urnas.
En el entorno de Sánchez se abre camino la presunción de que, con 90 escaños, se puede gobernar pactando a la vez con Podemos el aspecto social y con Ciudadanos el de la regeneración política. A Ciudadanos le encantaría eludir un paso por las urnas que no le augura mejorar su ilusión frustrada. A Sánchez, todo lo que no sea el hara kiri que le han diseñado le viene bien. Pero ¿qué gana Podemos? A Iglesias le interesa que el PSOE ceda a la derecha o a las urnas. Por eso sigue haciendo campaña.