LA política ha acabado reproduciendo esquemas de teoría económica. En Catalunya, Artur Mas y la CUP han estudiado sus costes de oportunidad para llegar a la conclusión de que, por caro que sea para el primero invertir su mejor recurso -él mismo- en la investidura de un propio, es menos costoso que afrontar unas nuevas elecciones. Igualmente, la CUP ha concluido que es más rentable para su futuro soportar un Gobierno ajeno durante dieciocho meses que dinamitar el procés.
En ese dilema se mueve ahora también la política española. Lo sabe Mariano Rajoy y por eso ofrece el abrazo del oso al PSOE. Si lo atrae a su causa con el señuelo de la amenaza de Podemos, sabe que se deshará entre sus brazos y el Partido Popular tiene más discurso contra la izquierda alternativa, en cualquiera de sus formas, una vez que ha comprobado que la cuña de su propia madera es un bluff y Rivera no propicia gobiernos ni los impide.
Pero lo sabe también Pedro Sánchez. Su propio coste de oportunidad es claro: invertir todos sus recursos en formar un gobierno supone renunciar a la mejor alternativa posible para esos recursos, que sería plegar velas y esperar a que Rajoy se desgaste en minoría. Pero a Sánchez le mueve más la necesidad que la tentación de ser presidente. El próximo Congreso del PSOE lleva camino de ser una espada de Damocles porque difícilmente va a salir líder de él si no llega a él liderando algo. Así que, no hacer nada no es una opción para Sánchez. El valor de intentar ser presidente, lo consiga o no, es superior al de no intentarlo y llegar con el bagaje de los peores resultados históricos de su partido. Otra cosa es que acierte dónde invertir los recursos disponibles.
Los números son empecinados y, si se cree su rechazo a la gran coalición, sólo le queda entenderse con Pablo Iglesias aunque no sume una mayoría absoluta. Será casualidad o no, pero la beligerancia de la sucursal catalana de Podemos -Catalunya Sí que es Pot-, contra la investidura de Puigdemont es un rechazo del procés tal y como está concebido. Que eso sea suficiente para convencer a Susana Díaz, envuelta en la rojigualda tras su cruzada contra Podemos y ser investida por Ciudadanos, está por ver. Pero Sánchez debe elegir bien a sus compañeros de viaje. Rivera ofrece 40 abstenciones. PNV; ERC y CDC, 23 votos a favor o en contra según y cómo. El coste de oportunidad de aliarse con el primero en la lectura más rancia de la unidad de España es mayor que la alternativa plurinacional de los segundos y es un coste incluso mayor que no hacer nada y volver a las urnas. Y eso que esto último sería su final.