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Equilibrios desde la izquierda vasca

El proceso que aglutina a parte de la izquierda vasca en torno a una alternativa a EH Bildu aboca a esta al discurso nacional

LA formulación del pensamiento de izquierda, asimilado a un determinado discurso económico y social, ha tenido en Euskadi una característica específica fruto de la realidad sociocultural que nos define y que añade al clásico eje izquierda-derecha el parámetro nacional vasco.

En el pasado, todas las fuerzas del espectro político vasco se han manejado en ese esquema de cuadrantes con mayor o menor fortuna a la hora de fijar una posición clara. Sin embargo, ahora, hay una exigencia de clarificación mayor que afecta fundamentalmente a la izquierda. La llegada de un movimiento de izquierda alternativa que canaliza a sectores vascos diversos con sus características propias (desde el ecologismo al feminismo, de las formulaciones internacionalistas a las anticapitalistas) está provocando en las fuerzas tradicionales la necesidad de explicitar y retratarse más allá de sobreentendidos.

Fruto de ese movimiento está siendo la configuración de plataformas que se van asociando en función del común denominador de sus prioridades. Podemos está en Euskadi como en el Estado con sus características y una prioridad de enfoque social contestatario que no oscila en el eje nacional vasco, como lo está Equo o lo estuvo Ezker Batua en cualquiera de sus versiones. Y ha encontrado una base electoral que demanda ese posicionamiento y que, a juzgar por los resultados electorales más recientes y los sondeos de cara al futuro, se ha vuelto más exigente a la hora de dar su voto. Ya no se suma a la concentración que durante años han sido las candidaturas de la izquierda abertzale.

EH Bildu tiene que digerir y adaptarse a un nuevo escenario. En él, ha perdido una parte de su fuerza en el eje socioeconómico. Primero porque ya no es una fuerza alternativa sino una fuerza que ha ejercido el gobierno y ha sido desalojada de él. Se ha podido contrastar su prioridad socioeconómica y el rendimiento de su estrategia. En sentido inverso, Podemos, Equo y otras plataformas locales avanzan hacia la convergencia con sus dificultades pero con un sentido práctico común que no encuentran hoy en Sortu y sus socios ante la dificultad de identificar en ellos proyecto social, económico. Ni siquiera en el eje de la soberanía pueden identificar una estrategia que describa el día después de la acumulación de fuerzas. Como consecuencia, se constata la dificultad de la izquierda abertzale de encontrarse con las nuevas izquierdas que se articulan. Ni en la Comunidad Autónoma Vasca, ni en la Foral Navarra. EH Bildu no es el voto útil de izquierda para las inminentes elecciones generales y deberá gestionar esa realidad porque ese sector de su electorado está en el mercado.

En ese marco de ausencia de proyecto con el que compartir espacios desde la izquierda, llega el acelerón en materia de soberanía. La retórica épica inspirada por la situación de Catalunya lleva a la izquierda independentista a la renuncia a plantear una hoja de ruta realizable en tiempos y procedimientos. Pero sí a disputar el electorado soberanista confiando en que, a falta de programa, baste con escenificar discurso.