concluida la cita con las urnas, no debemos esperar un giro sustancial en la actividad económica. El nuevo escenario político vasco que surgirá a partir de hoy responde a la esfera municipal y foral, muy alejada de la órbita de decisión en materias monetaria, financiera e industrial que es donde se corta el bacalao influyendo e incentivando la creación de empleo, la productividad o el consumo.
Pese al escaso peso específico de las gerencias locales, persisten riesgos, máxime teniendo en cuenta que este año hay otra cita electoral (las elecciones generales en noviembre) y por el hecho de que los nuevos partidos se comportan, en sus mensajes electoralistas, como vampiros al olor de la sangre (léase corrupción o privilegios).
Es en el capítulo de los supuestos privilegios, donde algunos partidos quieren colocar la singularidad fiscal vasca para atacarla creando con ello un señuelo que garantice la pesca de votos en otras comunidades autónomas sujetas al régimen fiscal general y a la posibilidad de una especulación electoralista de dinero público.
La idea es hacer ver que el Concierto Económico vasco no sólo es una situación ventajosa para quien lo tiene, sino un síntoma de insolidaridad para con el resto de los españoles. Toda una serie de ideas que ponen en tela de juicio la legitimidad de un derecho histórico que conlleva una responsabilidad de enorme trascendencia para Euskadi.
Sin embargo, representantes de Podemos o Ciudadanos niegan esa legitimidad y se apoyan en una supuesta insolidaridad para reclamar la desaparición del Concierto Económico, cuya historia en su época más reciente está plagada de ataques políticos y electoralistas por parte de socialistas y populares.
Ahora, cuando los resultados obtenidos ayer en las urnas obligarán a llegar a pactos entre viejos y nuevos partidos, se abre la oportunidad de plantear una revisión del Concierto apelando, como hace el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, al manifestar su deseo de “una Hacienda común para España”. “Las haciendas provinciales, que vienen del siglo XIX, se deben integrar porque se lucha mejor contra el fraude”.
Como se puede comprobar, el Concierto es, repito, como la sangre para los vampiros, su olor despierta el instinto depredador de algunos políticos para conseguir una parte de la tarta electoral.
Son los riesgos de la demagogia electoralista. Por ello, se hace obligado una estrategia preventiva y pedagógica por parte de las instituciones vascas para demostrar, cuantas veces sean necesarias, que no existe privilegio alguno, sino responsabilidad en la gestión fiscal.
Como tampoco existe insolidaridad en la medida que, entre los principios que debe respetar el sistema tributario vasco figuran: la solidaridad, el respeto a la estructura impositiva del Estado, la coordinación interna y externa con el Estado, la armonización fiscal, el respeto a los Convenios y Tratados Internacionales y los criterios interpretativos de la Ley General Tributaria.
Así pues, ahí tenemos una responsabilidad más que añadir a las que tendrán las nuevas corporaciones locales y forales. Se podría también argumentar que los muchos casos de corrupción que se han conocido estos últimos meses evidencian la negligencia con las que actúan muchos políticos allí donde el régimen fiscal general es permeable al trasvase descontrolado de dinero público.
Es decir, al uso y abuso en la gestión del dinero procedente de los bolsillos de los españoles vía impuestos. Sin embargo...
GOIAN BEGO AMIGO Quiero dedicar estas últimas líneas al recuerdo de Fernando Gómez Pujana, un buen periodista que nos ha dejado hace unos días y con quien compartí, en la redacción de DEIA, muchas horas de trabajo en la información económica y laboral. Su contribución profesional fue importante, pero su compromiso humanista con los compañeros fue extraordinario. Hoy, cuando borre su nombre de mi teléfono, sentiré un gran vacío.