Calidad y diversidad son dos palabras que determinan el futuro de la economía occidental, aunque algunos siguen aferrados a la cantidad y el continuismo como fundamento de una estrategia mediática que, con unas elecciones a la vuelta de la esquina, se acentúa hasta el delirio triunfalista como si fuera el talismán que abre todas las puertas. La clave está, sin embargo, en los dos primeros conceptos, porque si aspiramos a mejorar las condiciones sociales actuales, se hace imprescindible la calidad y la diversidad tanto en lo que respecta a la creación de empleo como a la inversión en aquellos sectores productivos que aportan, o pueden aportar, valor añadido como emblema de la productividad competitividad en los mercados.

No se puede mantener o alimentar el artificio que asegura que “más vale un mal empleo que el paro”, mientras los beneficios empresariales aumentan considerablemente, tal y como ocurre hoy en la economía española. No se trata de despreciar un trabajo precario y puntual, sino de exigir a los responsables de la gobernanza que velen por la dignidad del trabajo y los trabajadores. Ni tan siquiera debe aceptarse como signo positivo la creación de empleo basada en la estacionalidad (hostelería) porque es temporal, tal y como lo acreditan las estadísticas oficiales españolas que ofrecen un aumento del 11,1% de las contrataciones por la campaña de Semana Santa, impulsado por un incremento del 27,9%, sobre el año anterior, en los contratos temporales, mientras los indefinidos apenas experimentan una subida del 0,86%.

La economía vasca también registra una importante creación de empleo en la hostelería y el comercio. Ahora bien, hay otros síntomas o noticias que permiten aventurar una mayor solidez en la recuperación económica. Así, aumenta un 1,2% la producción industrial como consecuencia del tirón en el sector de bienes de consumo (electrodomésticos, automóviles, etc.). No menos relevante es el anuncio realizado esta pasada semana por Predicast Bilbao (filial del grupo vasco ITP) para invertir 20 millones de euros en una nueva planta en Sestao en la que se crearán 200 puestos de trabajo.

CORREDOR DE FONDO Tal y como están las cosas, dar valor mediático absoluto a la creación de empleo precario en sectores como la hostelería y la construcción es como pretender ganar el maratón de Nueva York entrenando series de velocidad de 100 metros lisos sobre una pista de tartán. El futuro de la economía y del bienestar social es una carrera de fondo llena de obstáculos y demanda una preparación cuidadosa e incompatible con la impaciencia. Hay que saber ir despacio (consolidar inversiones); correr en progresión (penetración en los mercados); tomar el descanso (crisis) como un entrenamiento (I+D+i) y tener una óptima alimentación (conocimiento y formación).

Por todo ello, cabe pensar que la economía vasca va por buen camino, aunque la creación de empleo sea más lenta que en otras comunidades españolas. Se va despacio, pero en progreso, como lo atestigua el crecimiento del 8,2% en los ingresos fiscales del primer trimestre procedentes de las retenciones del IRPF de los trabajadores que refleja, no solo un mayor número de afiliados, sino también un incremento salarial que, sin ser generalizado, confirma una buena tendencia.

No se trata de asegurar en estas líneas que “todo está hecho” porque aún quedan muchas, demasiadas, asignaturas pendientes. No obstante, tranquiliza comprobar que la actitud del Gobierno vasco y las diputaciones no coincide con el delirio de otras instituciones españolas que me recuerdan a los “incautos” y “estúpidos” que cita Carlo M. Cippola en su breve análisis económico, demográfico e histórico de la estupidez humana que publicó en su libro Allegro ma non troppo de 1988.

Un interesante ensayo al que haremos referencia la próxima semana (si nada nos lo impide) que comienza diciendo: “La vida es una cosa seria, muy a menudo trágica, algunas veces cómica” y en la segunda parte, titulada Leyes fundamentales de la estupidez humana, agrega: “La humanidad se encuentra -y sobre esto el acuerdo es unánime- en un estado deplorable”.