POR desgracia para la ciudad, Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala pueden considerarse el particular triángulo de las Bermudas de Bilbao: oro y dinero que entra en su perímetro, oro y dinero que desaparece. Al menos eso aseguran los vecinos de la zona, los pasajeros ocasionales y hasta los partes de incidencia. ¿Dónde va ese tesoro...? Dar respuesta a esa pregunta quizás se tache de xenófobo, racista o, en el mejor de los casos, de maleducado. Visto así, una preferiría pasar por ambiguo y contestar a la manera del viejo Bob Dylan, con un Blowin’ in the wind o, lo que es lo mismo, la respuesta está en el aire.

Pero todos sabemos que no es verdad. En esta definida área que se define como Bilbao Historikoen las cartas de navegación de la villa no hay fenómenos extraterrestres, ni hidratos de metano que creen una burbuja gigante a la que achacar los accidentes de la zona. El oro y el dinero pierden su rumbo habitual y cambian de destino por razones más prosaicas y menos románticas: los roban.

Los vecinos de la zona ya no creen en leyendas. Ni en las desapariciones misteriosas ni en la reconversión de la zona en un nuevo Soho de Bilbao. Lo único que esperan es poder bajar a comprar el pan con tranquilidad, sentarse al sol en un banco o, qué sé yo, dar la vuelta a la manzana. Oyéndoles -y hay que escucharles porque son testigos de primera mano...- estos sencillos gestos suenan a un fenómeno paranormal. Han crecido los robos por Navidad, fecha fecunda para los dobles del Olentzero, los vendedores de turrón y los amigos de lo ajeno, por lo que se ve. Lo duro de la historia es dónde han crecido: en una plantación de malasombras y gente de poco fiar, gente a la que no invitarías a tu mesa de Nochebuena. Y digo esto aún a sabiendas de que habrá quien insista con la eterna cantinela: son las víctimas de una sociedad de consumo, de un capitalismo salvaje, de un sistema que les cierra las puertas... ¿Acaso pasarlo mal en la vida otorga credenciales para convertirse en un buen ladrón? ¿Acaso se comparten los botines de la rapiña a modo y manera de un Robin Hood? No es de recibo que la gente honrada que vive en esa zona por razones de cuna o de bolsillo haya de hacerlo con un nudo en la garganta. No es de recibo y no es saludable para una ciudad que anhela exhibirse al exterior, al ancho mundo. Imagino que la solución no es fácil, pero la supervivencia en este Bronx tampoco.