Nostalgia de Paloma
la tertuliana más radical de la tele, Paloma Zorrilla, se ha quedado sin su último programa, De buena ley, después de que Telecinco haya decidido clausurar en otoño esa pantomima de tribunal de Justicia, donde nuestra belicosa picapleitos ejercía de jueza de pacotilla, con toga, mazo y todo, y dictaba sentencias virtuales. Antes de eso, ETB la había retirado de los debates de la tarde porque, a juicio de los estrategas del PP -que proponen las personas que le representan en los platós- el perfil de Paloma distorsionaba el mensaje centrado y liberal de la derecha en Euskadi. Ya ves, Paloma, qué cruel es el destino: no han sido los rojos de EH Bildu quienes te han impugnado en la televisión pública vasca, ni tampoco los ambiguos del PNV; sino los tuyos, por quienes diste la cara en los años más duros, cuando nadie se arriesgaba. Sencillamente, te han amortizado.
Y sin embargo, Zorrilla proporcionaba audiencia. La gente, además de líderes con los que identificarse, necesita fantoches sobre los que proyectar sus repulsiones. Y Paloma obraba con eficacia esta función benefactora. Ella lo sabía y subrayaba su personaje más allá de sus rancias ideas. Y como se la echa en falta, el debate Por fin, viernes ha rescatado a un sustituto que, sin tener las tablas de la rubia, puede dar el juego deseado. Casualmente, también es navarro, se llama Javier Garisoain, es secretario general de la Comunión Tradicionalista Carlista y fue segundo candidato de Impulso Social, un conglomerado de partidos de ultraderecha que obtuvo 17.774 votos en las recientes elecciones europeas. Garisoain es rudo, lenguaraz y descarado, no tiene complejo de facha y podría ser uno de esos iluminados que el diablo sitúa en los púlpitos para hacer odiosa la fe en Dios.
Con Zapatero en la Moncloa, Paloma encendía el firmamento de la derecha; pero con Rajoy en el Gobierno, Garisoain solo brilla en las tabernas donde cuelgan nostálgicas banderas del aguilucho y cruces de odio. Funcionará como esperpento en su choque con la realidad vasca, tan tolerante.