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Otra despedida a la francesa

Otra despedida a la francesaEFE

COMO en su día hizo Javi Martínez, Ander Herrera también se ha despedido a la francesa, es decir, sin dar la cara, y además lo ha hecho con nocturnidad (se puede llamar así, aprovechando el apagón que provoca el Mundial) y alevosía, pues nos ha sorprendido a todos la forma taimada con la que el chico ha urdido su fuga al Manchester United. Pero Ander va de bienqueda, y por lo menos ha tenido el detalle de utilizar las redes sociales para colgar un mensaje de despedida donde habla sobre los “tres años maravillosos” que pasó en el Athletic pero, añade, como “llegó uno de los clubes más importantes del mundo...” bla, bla, bla. Si hubiera contado eso mismo de frente, convocando una rueda de prensa a los efectos, para despedirse como Dios manda si realmente siente lo que dice que siente, y si encima echa una lagrimilla ante las cámaras, lo habría entendido casi todo el mundo: el mozo vino aquí del Zaragoza mediante traspaso, hizo un buen trabajo, quiere prosperar, ganar más pasta, está en su derecho y además deja en las arcas del club la nada despreciable cifra de 36 millones de euros. Que le vaya bonito.

Pero no. Se acojonó vivo. Se fue por las trancas abajo ante la eventualidad de ofrecer explicaciones, como las tuvo que dar hace un año cuando se frustró la operación United y entonces no le quedó otra que rendir cuentas e ingeniárselas para salir airoso del trance adoptando el papel de ignorante supremo, como si fuéramos tontos, y proclamando a los cuatro vientos su entusiasmo por la causa rojiblanca como ahora proclama a los cuatro vientos su arrebato hacia los Red Devils de Manchester.

Al parecer el Athletic, lo que supone y representa, impone tanto que provoca pánico a los tránsfugas, según se ha comprobado con Javi Martínez, Amorebieta y sobre todo Fernando Llorente, como si alguien les fuera a linchar por exponer sus inquietudes con valentía y la verdad por delante.

El caso es que el Athletic se ha quedado sin uno de sus futbolistas estelares, y aunque tiene la cartera caliente se encuentra con su endémico problema, la escasez de mercado. ¿Arteta, Raúl García, Monreal...? ¿A qué precio?

Mirando las alternativas llega la hora de espabilar, y ahí quiero ver la experta mano de Ernesto Valverde, a Beñat Etxebarria, la única frustración de una temporada monumental, y que a partir de ahora sin duda ( y sin Herrera) tendrá la oportunidad de reivindicarse y sacar a relucir la clase futbolística que supuestamente atesora.

Sin embargo la marcha de Herrera focaliza aún mas la atención sobre Iker Muniain, que negocia la ampliación de su contrato, aunque el actual seguirá en vigor la próxima campaña, tiempo que sin duda será ingrato para todos si no alcanza ahora un acuerdo satisfactorio. Pero si renueva su relación contractual, que seguramente será muy suculenta, por lógica su cláusula de rescisión deberá ser disuasoria para prevenir y evitar en lo posible otra fuga de talentos. O eso o rezar para que los futbolistas del Athletic salgan espabilados, pero no lo suficiente como para concitar el interés de las grandes potencias futbolísticas.

Herrera, y Muniain, forman parte de la remesa de jóvenes futbolistas destinados a tomar el relevo al equipo que ha conseguido en Brasil la peor clasificación mundialista en toda la historia de la selección española, lo cual no empaña los éxitos anteriores como tampoco amortigua la dimensión del fracaso.

Salvo sorpresa, Vicente del Bosque se encargará de administrar la transición, porque sigue teniendo la bendición de la Federación, no ha encontrado demasiado griterío pidiendo su cabeza ni tampoco se da por aludido en la responsabilidad de semejante descalabro.

Sus verdugos en el Grupo B, Chile y Holanda, han corrido distinta suerte. Los hombres de Jorge Sampaoli estuvieron a un tris de poner patas arriba el Mundial eliminando a los anfitriones, y los discípulos de Van Gaal supieron remontar ante México en el último suspiro gracias a la clase y las argucias de Arjen Robben en el penalti que enterró las ilusiones de la Tri cuando ya acariciaba los cuartos de final.