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Rudos, torpes o vagos

Portad el parche amarillo con orgullo". El 1 de abril de 1933, el periódico alemán Jüdische Rundschau tituló así, con tal valentía, un artículo que se convirtió en lema de la resistencia judía en aquella Alemania atroz e intransigente, donde nada que no fuese ario era digno de respeto, ni siquiera la vida. He ahí el ejemplo extremo de rebeldía a una verdad impuesta, la sublevación al pensamiento único de las masas.

¿Qué pintan aquí el cabrón de Hitler y sus secuaces, en una columna deportiva...? Nada. Pero sirve la historia como caricatura del fuego que comienza a prender en los corrillos athleticólogos. Tras la lucida victoria frente al Villarreal en San Mamés en ausencia de Beñat Etxebarria y Ander Herrera y con la presencia de Mikel Rico y Ander Iturraspe comienza a germinar un peligroso debate en la afición: ¿qué estilo de centro del campo es más eficaz, más necesario? O, mejor dicho, si nos atenemos a las viejas y feas costumbres: ¿cuál gusta menos? Porque ya comienzan a escucharse a las dos familias irreconciliables, aquellos que hablan de torpes rudos y tuercebotas que solo tienen plomo en los pies y los que cargan, con menosprecio, sobre los vagos maleantes, aquellos mingafrías sin sangre que solo la juegan de salón.

Duele ver a la afición tirar de la cuerda en sentido contrario. ¿Acaso Iturraspe y Rico son incapaces de mover el balón con criterio, de buscar los espacios con claridad? ¿Acaso Herrera y Beñat han renunciado a la brega en cualquiera de los partidos que han disputado? ¿Acaso no pueden alinearse mezclas, o tres de ellos juntos, o los cuatro, si fuese preciso...? El viejo debate de la calidad (de los toques) versus la cantidad (de kilómetros) regresa como un triste fantasma del ayer.

No llega la sangre al río ni parece que Valverde, un hombre de inteligencia natural, vaya a levantar una ficticia empalizada. Esa era una eterna discusión en el viejo San Mamés. Ahora que ya no existe más allá del recuerdo, bien haríamos en dejar esa horrenda tradición enterrada entre las ruinas. En el Athletic, en este y en todos, caben mil estilos, gusten más unos u otros. En el Athletic cabemos todos. Salvo los promotores del parche amarillo.