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Chino expiatorio

así es desde que el mundo es mundo: cuando la fortuna es adversa, los humanos buscamos la expiación de nuestros males endosando su causa a algún grupo, persona o país, la excusa perfecta para no reconocernos responsables. Y como -por inferioridad- no podemos con los alemanes, ni nos atrevemos -por cobardes- con los banqueros, hemos ido a fijarnos en esos pequeños seres que trabajan en horario perpetuo, a los que compramos productos mucho más baratos que los nuestros, que poseen los mejores espacios de la ciudad, que nunca se quejan y que antes se conformaban con abrir algún que otro restaurante exótico y ahora acaparan todo el dinero y el poder global. Sí, los chinos tienen la culpa de nuestra pobreza. Por eso, el Gobierno y la sociedad famélica decidieron que había llegado la hora del exorcismo nacional. Y por fin, los españoles tienen su versión del chivo expiatorio: el chino expiatorio.

Hacía falta un gran espectáculo y que la televisión acompañase con una singular puesta en escena. Que hubiera una redada a lo bestia, que se exhibiera el insultante lujo de los culpables, que el mensaje fuera la imagen de unos carritos repletos de dinero y que nuestro consuelo se sublimara en el desfile de los mafiosos chinos, esposados y camino de la cárcel. Era necesario que Jordi González le dedicara El Gran Debate, en Telecinco, para que no quedara duda de quiénes arruinan nuestros comercios y nos llevan al desempleo. Gao Ping, el actual Fu Manchú de los terrores españoles, es el chino expiatorio en quien hemos generalizado nuestros viejos y nuevos tópicos sobre China. ¡Ay, el tópico y su carga de odio!

Pero cuando el burdo montaje de este exorcismo colectivo haya concluido y el caso quede reducido a un episodio de menor cuantía, el deterioro económico español continuará imparable; las familias seguirán acudiendo a los restaurantes chinos y, por supuesto, no dejaremos de comprar en sus bazares, siempre abiertos, mientras nuestras empresas cierran por falta de lo que a las suyas les sobra, competitividad e ingenio.