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Aplaudid, malditos

SI usted acude como público a un plató de televisión estará obligado a seguir las instrucciones del regidor, que le dirá cuándo debe guardar silencio y cuándo tiene que aplaudir. Quiera o no, formará parte del decorado del programa. La situación es semejante a la que se vivió en el Congreso español el fatídico 11 de julio de 2012, que pasará a la historia universal de la infamia. Al brutal discurso de Rajoy, en el que anunció el más severo ajuste económico y social del que se tiene memoria, respondieron, puestos en pie e insultantemente felices, los diputados del PP con una atronadora ovación que se prolongó durante un minuto, obedeciendo al patético gesto del regidor del plató parlamentario, Alfonso Alonso. Incluso la diputada conservadora Andrea Fabra (de tal palo) gritó: "¡Que se jodan!", en medio de la aclamación al presidente por la merma de prestaciones a los parados. Una imagen surrealista.

En vez de expresar la amargura del momento con un fúnebre minuto de silencio, como lo haría cualquier ciudadano decente ante la gravedad de los hechos, el coro popular optó por un largo aplauso al jefe, como si defender los recortes del Gobierno fuera, en lo moral y lo político, más importante que el respeto debido -y el decoro- a millones de personas damnificadas por la reducción de derechos. Entre el aplauso del PP y la consternación de la gente está la diferencia entre la política y la sociedad. Hoy es más creíble un reality show de la tele que los espectáculos institucionales como los del pasado miércoles.

Al golpe y la conmoción social causada le han de seguir ahora una dolorosa réplica: la rebelión y la protesta ("la gasolina en las calles", en palabras de Cayo Lara). A las imágenes de revueltas y desórdenes públicos es a lo que de verdad teme el Gobierno, mucho más que al coste electoral. Estas escenas minarán su escaso crédito en Europa. Con la hiperactividad de las unidades antidisturbios la televisión mostrará una realidad terrible: al Gobierno solo le defiende la policía. Como en las dictaduras.