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Presentismo

en los últimos años, la economía del hiperconsumo y el dominio de lo efímero han terminado por consagrar como axioma la creencia de que únicamente existe el presente, mientras que pasado y futuro son irreales. Es la cultura del presentismo, tal y como la define la filosofía del tiempo, que encuentra su versión más genuina en el sector financiero español y, más concretamente, en el caso de Bankia donde su actual presidente declina la posibilidad de exigir responsabilidades a los gestores que le han precedido, al igual que lo hace el propio Gobierno español, argumentando que hacer aflorar las deficiencias en esa gestión suponen un riesgo para la credibilidad y confianza en los mercados internacionales que desde hace unos meses ha decidido no invertir en España ni comprar deuda pública aunque tenga altos rendimientos como consecuencia de la prima de riesgo.

No hay, por tanto, que dañar la imagen del sector y, para ello, es mejor ocultar la verdad. Todo un ejercicio de presentismo irresponsable, como si, ante la opinión pública, no fuera suficiente descrédito las necesidades financieras para sanear Bankia, cifradas en 19.000 millones de euros (más lo aportado con anterioridad por el FROB), después de haber escuchado una y mil veces, la solidez del sector o la fortaleza de Bankia, hasta el punto de presentar, hace unas semanas, el balance de 2011 con unos beneficios de 309 millones de euros, cuando en realidad se registraban unas pérdidas, reconocidas esta misma semana, por valor de 2.979 millones.

La respuesta de Goirigolzarri no puede ser más paradigmática de ese presentismo: No quiere mirar al pasado y afirma que "podemos enfrentarnos al futuro con solidez", gracias, eso sí a los 19.000 millones adicionales de dinero público que recibirá, dejando claro que no son ayudas, "estamos hablando de capital y tenemos la convicción de crear valor para el accionista, ya sea el Estado o el resto de inversores, pero aquí no hay que devolver nada, lo que hay que hacer es crear valor de esos 19.000 millones", como si fuera tan fácil crear valor en el futuro con esas cidras.

¿Cómo es posible que la mentira y la falsedad contable de unos gestores no sean suficientes argumentos para exigir una responsabilidad pública? Más aún, ¿cómo se puede aceptar que esos gestores se marchen de la entidad que han arruinado con suculentas indemnizaciones? Como es el caso de Rodrigo Rato. Muy sencillo, semejante incongruencia viene dada porque la responsabilidad está en manos de los dos grandes partidos políticos españoles que ahora no parecen dispuestos a que el desfile de responsables por una Comisión de Investigación saque a la luz pública la incompetencia y negligencia de todos ellos.

En efecto, la gestión de Bankia y sus dos grandes cajas (Cajamadrid y Bancaja, dos enfermos graves por ladrillitis) ha estado en manos de los Gobiernos autonómicos de Madrid y Valencia, ambos del PP, pero la supervisión de la actividad de esas cajas y su fusión corresponde al Banco de España, dirigido por un socialista (MAFO) y buena parte de los problemas actuales son consecuencia de la inoperancia de Zapatero y Salgado a la hora de acometer el saneamiento del sector financiero, tal y como se ha realizado en otros países europeos. El propio ministro de Justicia, y responsable como alcalde de Madrid de la mayor deuda de un Ayuntamiento, Alberto Ruiz-Gallardón, lo ha dejado claro: "La investigación sobre Bankia se hará en el momento oportuno".

Otro tanto se puede decir del ministro de Economía, quien asegura que "si se mira mucho para atrás, uno puede acabar convertido en estatua de sal", o de la vicepresidenta del Gobierno que elude hablar de Rodrigo Rato y Miguel Blesa (anteriores presidentes de Cajamadrid) o José Luis Olivas (presidente de Bancaja) y carga tintas (con razón) contra MAFO. Sin embargo, la Fiscalía Anticorrupción ha ordenado recopilar investigaciones sobre bancos y cajas, mientras que algunos juristas ya hablan de responsabilidades penales, como alteraciones contables para proceder a las fusiones y eventuales manipulaciones tendentes a obtener un patrimonio positivo. "Todo ello sin contar las retribuciones e indemnizaciones por todos los conceptos que se hayan autootorgado y hayan percibido consejeros y directivos de este conglomerado financiero", señala Joan J. Queralt, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona.

En fin, veremos en qué queda todo. Personalmente creo que todo se irá diluyendo gracias, por una parte, a los palmeros mediáticos que pondrán énfasis patriotero en las salidas de tono de los políticos, mientras se da por buena una inyección de capital público en Bankia que dobla la cuantía de los recortes en Sanidad y Educación, o quintuplica la inversión anual en I+D+i. Sin olvidar, como algunos gobernantes (Esperanza Aguirre) apuestan por "cambiar todas las normas que haya que cambiar" para aceptar las exigencias de Sheldon Adelson cuando un cambio en el Estatuto de los Trabajadores y la Ley de Extranjería, así como la exención de las cuotas a la Seguridad Social y de los impuestos municipales, autonómicos y estatales para hacer realidad ese proyecto de un nuevo Las Vegas en la comunidad de Madrid.

Ahí tienen la referencia esencial de unos individuos que se autocalifican como demócratas después de haber desacreditado el pasado y el futuro.