Crisis incluso para las balas...
LA crisis global que padecen las naciones industriales ha afectado -cómo no podía ser menos- también a la industria armamentista mundial, que en el 2011 vio por primera vez en 13 años que su volumen de ventas quedaba estancado. En grandísima parte, a causa de las medidas de ahorro y en mayor parte aún, por falta de grandes guerras
Y es que, en honor a la verdad, hay que decir que el factor más importante en la congelación del negocio armamentista ha sido la ausencia en los últimos diez años de grandes como los conflictos del Afganistán o el Irak. Solamente estas dos guerras significaron en dos lustros para la industria armamentista un incremento del negocio del orden del 40%, o sea casi un billón setecientos mil millones de euros.
Ante estas cifras, la sublevación libia, pese a lo cruenta que fue, y demás revoluciones islámicas no significaron alivio alguno para el sector ya que los grandes consumidores de armas -Estados Unidos, con un desembolso de 711.000 millones de euros el año pasado; Gran Bretaña y Francia, con un gasto cada uno de 63.000 millones; Japón, con 59.000 millones, etc.- aplicaron ya el año pasado fuertes restricciones presupuestarias. Así, los Estados Unidos redujeron sus desembolsos en un 1,2%; Brasil, en 8,2%; la India, en un 4,9%; Alemania, en un 3,5%; Francia, en un 1,4%; Gran Bretaña, en un 0,4%...
Naturalmente, en el 2011 hubo también "buenos clientes", países que incrementaron sus presupuestos militares. Principalmente lo hicieron Rusia (con un incremento del 9,3% equivalente a los 73.000 millones de euros), la República Popular China (con un incremento del 6,7%, equivalente a 143.000 millones), y Arabia Saudí (incremento del 2,2%, cerca de los 49.000 millones).
Aquí hay que señalar que la nación más armamentistas del mundo es de largo la China, que en los últimos diez años ha incrementado sus presupuesto militar en un 170% y que, según los expertos en la materia. aún lo duplicará en los próximos cinco años. El consumismo armamentista chino beneficia muy poco a occidente porque ese país compra las tres cuartas partes de sus armas a Rusia.
A un nivel infinitamente más modesto, el segundo gran mercado para los fabricantes de armas lo constituyen las naciones de África, Asía y el Oriente Medio, donde la vorágine bélica hace mangas y capirotes de crisis, derechos humanos y penurias presupuestarias.
Tal evolución del sector de la industria armamentista ha significado un notable incremento del paro en las naciones productoras, donde los dos mayores consorcios mundiales del ramo -el británico BAE Systems y el estadounidense Lockheed Martin- han reducido en conjunto sus plantillas en 40.000 puestos de trabajo.