Presupuestos de guerra
lo que se temía se ha consumado y los ya desvelados presupuestos de 2012 dejan más víctimas entre quienes sufren la crisis que entre quienes la provocaron. Las cuentas públicas para este año, consideradas como los más austeros de la democracia y cuyos detalles se conocerán mañana martes en el Congreso de los Diputados, se han presentado en sociedad después de que las elecciones andaluzas y asturianas, así como la jornada de huelga general, significaran, respectivamente, un castigo y una advertencia a la reforma laboral. Ahora llega el momento de asimilar un conjunto de medidas, ajustes y recortes, que, según el ministro García-Margallo, configuran "unos presupuestos de guerra", agregando que las medidas adoptadas "estoy seguro que tendrán sólo carácter temporal mientras dure este tema".
Para hacerse una idea de por dónde van los tiros, obsérvese como el titular de Exteriores define como "tema" a la más grave recesión económica que se ha vivido en muchas décadas y, pese al presunto "carácter temporal", nadie se atreve a señalar su fecha de caducidad, porque nos esperan al menos diez años muy duros. Después de todo, aunque remita la crisis; aunque la economía crezca y se pueda crear empleo…, nada volverá a ser como en la primavera de 2007.
Claro que, por otra parte, una guerra suele dejar "víctimas de fuego amigo" cuando se cometen y no se define bien el objetivo. Los presupuestos de Rajoy no iban a ser una excepción, tal y como queda evidenciado en el hecho de que las principales víctimas se contabilizan entre la clase trabajadora que tendrá que sacudirse los bolsillos para pagar más en el recibo de la luz o de gas, junto al aumento de impuestos especiales y algunos (los funcionarios) verán congelados sus salarios. Tampoco es desdeñable el hachazo que reciben las grandes empresas con el impuesto de sociedades lo que les restará competitividad en los mercados, mientras que los ministerios de Empleo y Fomento (es decir creación de trabajo y obras públicas) sufren las mayores reducciones de sus presupuestos por parte de quien hace pocos meses decía que su principal preocupación eran los más de 5 millones de parados.
Pero a estas alturas nada nos debe sorprender. Rajoy hace lo mismo que Zapatero, aunque con más virulencia y con el agravante de que criticó la reforma laboral de los socialistas y ha decretado otra mucho más lesiva para los trabajadores. También prometió que no subiría los impuestos y los subió apenas instalado en La Moncloa. Pero lo que mejor define al actual presidente del Gobierno español es su intervención el 8 de junio de 2010 en el Foro Europa:
"Lo que España necesita no es una amnistía, sino confianza en la política económica de un país y en el Gobierno que la deba implementar. No la vamos a apoyar porque los que pagan van a pagar más y los que no pagan se les va a perdonar lo que no han pagado. Sobre todo, después de lo que se le ha hecho a los pensionistas con la congelación de las pensiones y a los millones de españoles que no pueden trabajar". Pues bien, no han pasado dos años y se pone en marcha una amnistía fiscal en la que los defraudadores sólo tendrán que pagar un 10 por ciento del capital que declaren que ha estado plácidamente en los paraísos fiscales.
El argumento de que es mejor recuperar un 10% de lo defraudado frente a la alternativa de 'ingresos cero' sólo sería válido si previamente a la amnistía se hubiera librado una batalla contra el fraude fiscal y la evasión de capitales, así como contra los paraísos fiscales, algunos de los cuales están en la misma Europa. No ha sido así y lo que hace Rajoy es premiar a las grandes fortunas, que no han pagado por lo que tienen, con unos 'impuestos' menores a los que penalizan las rentas de los que sólo tienen un trabajo y esto, hoy en día, empieza a ser casi una excepción.
Claro que, por si no hubiera suficientes víctimas del fuego amigo, los presupuestos para 2012 abandonan toda posibilidad de sostener el estado de bienestar o de potenciar la inversión en conocimiento tecnológico. El objetivo es cumplir las órdenes de Bruselas que exigen una reducción del déficit público, mediante la fórmula de gastar menos e ingresar más. Una receta que paraliza cualquier posibilidad de crecimiento y de creación de empleo. En resumidas cuentas, nada de cuánto sabemos de estos presupuestos invita al optimismo, sino todo lo contrario. Las víctimas del fuego amigo se encuentran también entre las muchas empresas que verán
Bien en cierto que aquí, en el País Vasco, los presupuestos de Rajoy tendrán una menor incidencia gracias al Concierto Económico, pero Patxi López coincide con la idea de recaudar más restando poder adquisitivo a la sociedad, lo cual no deja de ser un riesgo, habida cuenta la evidente incapacidad del actual Gobierno vasco para llevar a cabo una política económica coherente con la crisis que vivimos.