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Principios éticos

la defensa de los principios éticos parece cada vez más un discurso alejado de la humanidad, que fue precisamente la que los enunció, formando parte inseparable de ella. Asistimos a su relativización y dejación, buscamos en los otros la justificación de su incumplimiento e incluso intentamos despistar y huir de la responsabilidad individual que tenemos todas y cada uno simplemente por ser personas.

Desgraciadamente, son muchas las noticias y programas basura que soportamos todos los días y ante los que nuestra capacidad de asombro parece no tener límites. Por otra parte, generan en nuestra sociedad un empobrecimiento intelectual y moral al confundirse el derecho a la libre expresión e información con la generalización de las mayores bazofias y encumbramientos de personas sin ningún nivel.

Cuando en la televisión se hacen, y ven, programas en los que es ensalzado un personajillo al salir de la cárcel, en la que había entrado no por ser una hermanita de la caridad sino por tráfico de drogas, asaltos y otras actividades probadas contra la sociedad.

Cuando se confunde la opción individual de ponerse pechos artificiales con el derecho de la ciudadanía a ser tratada adecuadamente en la sanidad pública y se pretende que, al fallar sus prótesis, paguemos de la caja común su peligroso capricho estético, generado por la visión machista de cómo debemos ser las mujeres.

Cuando desde una televisión se llama al enfrentamiento y al rechazo contra las personas de opciones distintas (políticas, sexuales…) y se defienden posiciones totalmente alejadas de la democracia. Eso sí, emitiendo la misa de los domingos desde, ¿lo imagina usted? Ya sé que lo ha acertado: efectivamente, desde el Valle de los Caídos. Monumento a la iniquidad donde los haya.

Cuando políticos, empresarios y yernos corruptos entran y salen de los tribunales como si nada. Y, por supuesto, sin devolver el dinero que robaron.

Cuando se habla en nombre del Gobierno vasco y se falsean noticias llamándolo política y no pasa nada, además de continuar vaciando las arcas públicas con fiestas y decisiones erráticas que destrozan aún más nuestra crítica situación económica.

Cuando la portavoz de ese Gobierno miente al acusar de graves irregularidades al Gobierno anterior, sembrando la duda sobre el honor de las personas. Y por supuesto, sin ninguna base real ya que, como sabemos, el Tribunal de Cuentas dice que de eso nada.

Contra ello siempre tenemos la posibilidad de responder de distintas maneras, como apagar la televisión, apremiar a las empresas anunciantes a que retiren su inversión en publicidad de donde no se respeten las reglas del juego democrático, o exigir elecciones anticipadas y la dimisión de un Gobierno que no cumpla lealmente con sus obligaciones en las instituciones.