Es, sin lugar a dudas, la pregunta del millón. En principio, el dinero no está en el mercado crediticio, tal y como lo atestigua el Banco de España al señalar que el crédito nuevo a empresas y familias ha descendido un 3,3 por ciento en 2011. Es la mayor caída desde 1962 en conjunto y la mayor de la historia si nos atenemos al crédito hipotecario que ha sufrido un descenso del 5,7%. Es decir, el grifo del crédito sigue cerrado. Sin embargo, no es un problema de liquidez como lo demuestran los depósitos que hace la banca europea en el BCE, cuya media asciende a nada más y nada menos que a 600.000 millones de euros.
Esta realidad pone sobre la mesa la actitud de los bancos frente al panorama empresarial y económico erosionado por la crisis que se originó en el propio sector bancario donde, según datos de la Comisión Europea, se inyectaron 1,6 billones de euros para su rescate entre los años 2008 y 2010. Es decir, las ayudas públicas fluyeron con generosidad cuando la banca las necesitaba y ahora esa misma banca prefiere depositar en la caja fuerte del supervisor (BCE) el excedente de liquidez, aunque sólo consigan una rentabilidad del 0,25 por ciento, pero con la garantía de que estará a salvo de cualquier tempestad. No parece importar a la banca que el BCE abriera en diciembre el capítulo de inyecciones a muy largo plazo (3 años) y bajo interés (1%) que sólo han servido para apuntalar al sector financiero y permitir un respiro a la famosa prima de riesgo de la deuda soberana.
Y, al parecer, esa posible tempestad que temen los bancos se entiende por el riesgo que supone la concesión de créditos a las empresas. Bien es cierto que en la cifra señalada (600.000 millones de euros) está consignado el llamado coeficiente de caja que corresponde al dinero que debe cubrir la reserva mínima, cuyo porcentaje ha descendido del 2% al 1% de los activos, lo que representa, según las cuentas del BCE, que los bancos europeos necesitan 104.294 millones para esta partida y no pueden disponer de ella. Pese a todo, restando esta cifra, queda medio billón de euros como excedente o exceso de liquidez.
La pregunta es por qué ese excedente de liquidez duerme plácidamente en el BCE y no está en el mercado crediticio para reactivar la economía, donde, por otra parte, se podría conseguir más rentabilidad. Resulta evidente que, con dinero o sin él, la banca desconfía de la actual situación, teme una nueva recesión y por ello son reacios a prestarse dinero entre sí y, menos aún, conceder créditos a empresas y familias porque, según fuentes del sector, la respuesta a la desconfianza es la prudencia y "hay una prudencia exacerbada en el sistema", explican. ¿Hasta cuándo durará esta situación? Nadie espera que termine pronto. Restablecer la confianza será una cuestión a largo plazo que dependerá de los próximos episodios de la crisis y de lo profunda que sea la recesión a la que se encamina Europa.
De momento, las previsiones no son nada favorables para mejorar esta parálisis crediticia. Todo apunta a que seguirá creciendo el excedente de liquidez refugiado en el BCE. Esta misma semana, el próximo miércoles 29, tenemos una interesante piedra de toque ya que se celebra la segunda subasta a tres años y se espera que las peticiones de la banca sean incluso superiores a la de diciembre, cuando se concedieron medio billón de euros. Esta nueva subasta volverá ser utilizada, por una parte, para tapar agujeros y, por otra, dedicarla al famoso carry trade, muy lucrativo y mucho más seguro que la actividad crediticia, ya que consiste en tomar dinero prestado al 1% e invertirlo en deuda pública con una rentabilidad mucho mayor y con la ventaja de que no consume capital ya que las normas de Basilea le otorgan riesgo cero, aunque existan episodios como la quita griega.
De hecho, mientras se contrae el crédito a empresa y familias, la banca española ha dedicado el grueso de la financiación obtenida en el BCE para invertir masivamente en deuda pública, con un incremento de sus posiciones del 21,6% en 2011.
De modo que, ya sabemos dónde está el dinero. La banca no sabe de promesas políticas que hablan de crear empleo o de brotes verdes. Saben que la nueva recesión va ser dura, que no se recuperarán los niveles de consumo de hace tan sólo 5 años, que muchas empresas tendrán que cerrar y, por tanto, que muchas otras familias se quedarán sin trabajo. Entonces… ¿por qué arriesgar ahora el dinero con créditos que crean desconfianza? Mejor es esperar a que se produzca la selección natural de las empresas en los sectores productivos, donde prevalecerán las más competitivas, las mejor preparadas tecnológicamente y las más productivas.