EL victimismo de los torpes vuelve a salir de las catacumbas para rasgarse las vestiduras en cuanto alguien pone en duda su capacidad para gobernar y salir de la crisis. No les importa que esté en juego el estado de bienestar conseguido tras muchos años de lucha y sacrificios. No les importa que miles de personas hayan perdido su trabajo y que otras tantas vivan en el filo de la navaja. Solo les importa la imagen, aunque sea ficticia y por eso patalean como un niño mimado al que le quieren quitar su juguete.
Hay ejemplos claros y elocuentes de esa actitud mezquina que termina por acusar a quienes critican su política económica de los males que ellos mismos provocan. El último ejemplo llega como consecuencia de las palabras de Urkullu, quien asegura haber recibido una "llamada desesperada" del Gobierno vasco ante el riesgo de "quiebra inminente", lo que ha provocado una tormenta mediática en la que Rodolfo Ares dice que son "rotundamente falsas" las apreciaciones del jeltzale y Antonio Basagoiti las califica como "el colmo de la irresponsabilidad". Pero ni uno de los socios que sustentan al inquilino de Ajuria Enea aclaran cuál es la situación real.
Huyen de la transparencia informativa, aunque la prometan, y se refugian en descalificar al mensajero, acusándolo de restar credibilidad y solvencia a la economía vasca. Algo similar a lo que hizo Zapatero hace cuatro años, cuando negaba la existencia de una crisis y acusaba de "falta de patriotismo" y "alarmismo injustificado" a los ponían sobre la mesa los datos del deterioro económico. Entonces, dirigentes del PP no hablaban de irresponsabilidad sino de decir la verdad. La hoy vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, señalaba en 2010 que "ser patriota es decir la verdad a los españoles y no escurrir el bulto".
Ergo? ¿en qué quedamos? ¿Cuándo hay que decir la verdad? Y, sobre todo, ¿quién la dice? Hay datos suficientes para la preocupación, como los conocidos esta semana, que señalan un considerable aumento del desempleo en Euskadi y un recorte de la producción, de la cartera de pedidos y de la capacidad productiva utilizada de la industria vasca, según los informes de coyuntura presentados por las Cámaras de Comercio de Bilbao y Araba, así como por la patronal guipuzcoana Adegi.
Datos incuestionables, a los que podemos añadir el retraso en el pago de facturas con cargo al ejercicio 2011 y el convencimiento de que el déficit público va a ser muy superior al permitido, así como el importante endeudamiento que ha registrado el Gobierno vasco y tendremos un panorama desolador, donde no sería descabellado el riesgo de "una quiebra inminente". Pero ahí tenemos a socialistas y populares unidos para tratar de descalificar a quienes en mayo de 2010 apoyaron al Gobierno de Zapatero para impedir que la economía española fuera intervenida.
¿Dónde está la irresponsabilidad? Para quienes hoy se rasgan las vestiduras, parece que la culpa de todo la tiene la oposición. Algo similar a lo que pasó en mayo de 2010, cuando los patriotas españolas vertieron ríos de tinta en atacar a Joseba Egibar cuando afirmó que España es "sinónimo de prohibición y negación política, y un lastre en lo económico, que no tiene remedio", por lo que apostó por dejar de "exportar" al resto del Estado. Las reacciones no se hicieron esperar. "Irresponsable", "obsesionado" o "ignorante" fueron los calificativos más suaves.
En este sentido, Idoia Mendia le acusó de "no conocer cómo está" la situación. "España es nuestro principal mercado y tenemos que seguir vendiendo allí", resaltó. Por su parte, Basagoiti llegó a decir que las palabras de Egibar pueden "encender una mecha muy complicada" para las empresas vascas. Y, por último, Patxi López deseó que fueran "los propios empresarios" quienes respondieran. Pues bien, el tiempo es juez inexorable y esta semana hemos sabido que en el tercer trimestre, los empresarios vascos exportaron un 25,5% más en relación al mismo período de 2010 y alcanzaron los 5.263 millones de euros y "por primera vez las ventas al extranjero superaron las ventas al resto de las comunidades autónomas del Estado", según el Gobierno vasco.
Un hecho histórico que da la razón a quien la tiene.