CONVIENE no creerse todo lo que escuchamos o leemos, por mucho que se prodiguen en los medios de comunicación. No obstante, según qué manifiesta cada cual y cómo lo hace, podemos alcanzar un conocimiento bastante aceptable de cómo es cada personaje y cuáles son sus pretensiones, sobre todo si la gestión de cada uno contradice lo manifestado a bombo y platillo, cual si fuera una verborrea inútil que hace buena la sentencia del escritos irlandés George Bernard Shaw cuando dijo que "la política es el paraíso de los charlatanes". Y así nos va.

Pura y simple charlatanería política puesta al servicio de la confusión, en la medida que adormece a la sociedad con disputas que nos llevan a la nada, y del ocultamiento de sus responsabilidades. Muchos políticos son como aquellos vendedores ambulantes que ametrallaban en la calle al público con frases simpáticas y bastante ocurrentes para vender los productos que ofrecían, tratando de convencernos de que al llevarnos el artículo en cuestión (sus ideas y medidas) nos estábamos llevando una ganga (la solución a todos nuestros males).

La patronal española CEOE y los dos sindicatos españoles mayoritarios (Comisiones Obreras y Unión General de Trabajadores) llevan varias semanas negociando la reforma laboral promovida por Mariano Rajoy como urgente y publicitada como si fuera la panacea para salir de una crisis que lleva camino de cumplir cinco años el próximo mes de septiembre, cuando, en realidad, esa citada reforma laboral sólo cambiará las reglas de juego de los asalariados españoles en materias como la indemnización por despido (abaratamiento), los contratos de trabajo (cabe la posibilidad del contrato único) y otras condiciones laborales como los convenios colectivos. Son, sin duda, temas importantes para quienes tienen un empleo, pero siguen sin llegar a un acuerdo.

Y, lo más grave. Nada de la reforma proyecta un mínimo de esperanza para los cinco millones de parados. No garantiza la creación de empleo sino que apunta a un mayor paro y, consecuentemente, mayor déficit público al descender el número de contribuyentes, pese a la subida del IRPF, tal y como esta pasada semana adelantaba el FMI al estimar una caída del 1,7 por ciento en el PIB español durante 2012 y la destrucción de 500.000 puestos de trabajo. Si a ello añadimos el descenso en la recaudación del IVA por la caída del consumo, sólo tendremos más paro y más déficit.

Otro dato elocuente es el relacionado con la producción industrial (sector clave para la economía vasca) que el pasado mes de noviembre registró en España un descenso del 7 por ciento respecto al mismo mes de 2010. Se trata de la mayor caída desde octubre de 2009 con el agravante de que entonces la crisis estaba claramente asociada al colapso de la construcción y ahora no se produce tal colapso (ya que el sector prácticamente está bajo mínimos). Para ver niveles más bajos en la actividad industrial en un mes de noviembre hay que remontarse nada menos que 18 años atrás (noviembre de 1993).

Por tanto, asistimos a la ceremonia de la confusión protagonizada por unos charlatanes que discuten una reforma que no creará empleo ni generará riqueza (salvo para algunos empresarios que tendrán más libertad y menos coste en los despidos). ¿Alguien se cree que la reforma laboral o el contrato único son la fórmula para crear empleo? Sin crecimiento económico por encima del 2 por ciento no hay creación de empleo y los contratos de trabajo, sean únicos, múltiples o mediopensionistas, se convertirán en papel mojado porque es inútil tener un contrato de trabajo si no hay trabajo que contratar. Esto es lo que están discutiendo o negociando la CEOE, junto a CC.OO. y UGT.

Por último, ahí tenemos el ejemplo del "desnortado" (según Basagoiti) Patxi López que, lejos de enmendar su errática trayectoria al frente del Gobierno vasco, se dedica a culpabilizar al resto de responsables políticos o a manifestar hoy una cosa y mañana la contraria, al tiempo que propone una reforma fiscal con el único objetivo de recaudar más, mientras descienden las inversiones en sectores productivos, así como en investigación y tecnología. Empero, el paro sigue aumentando.

Claro que ahí están los datos derivados de su gestión que evidencian un considerable y preocupante deterioro, tal y como ha puesto de manifiesto Juan José Ibarretxe en su último artículo, "Recortes sin estímulo: parada cardiaca", publicado en este periódico y que ya ha recibido la descalificación de los socialistas (José Antonio Pastor) calificando de "nefasta" la gestión del anterior lehendakari, cuando precisamente esta gestión nos permite estar mejor que el resto de España.

Lo dicho, las palabras y los hechos nos hacen conocer mejor a ciertos personajes y también permite hacer nuestra la frase del citado Bernard Shaw: "Cuando un hombre estúpido hace algo que le avergüenza, siempre dice que cumple con su deber".