se vio, o, al menos, se intuyó que a Mateu Lahoz le leyeron la cartilla tras su actuación arbitral de hace unos días en el partido de Copa entre el Espanyol y el Mirandés. Muy permisivo entonces, como suele ser costumbre en él, poco sancionador, ayer sacó hasta dos tarjetas amarillas en la primera mitad y pitó más faltas de las habituales. Abandonó su línea de actuación, esa que se empeña en seguir, con la que trata de dejar jugar y, de paso, perjudica al colectivo arbitral porque las reglas, pese a la flexibilidad, están hechas para ser cumplidas.
De todas maneras, no es Lahoz un colegiado que se traicione a sí mismo demasiado. El cambio fue muy sutil, nada exagerado en el Bernabéu, donde fue un árbitro demasiado casero. No hay nada que objetar, por ejemplo, en los penaltis que pitó a favor del Real Madrid. En e primero, en el minuto 46, nada más empezar la segunda parte, no cabe duda de que Iturraspe agarra a Kaká y le derriba, aunque el brasileño estaba deseoso de caer al césped. Tampoco se puede encontrar un resquicio para la polémica en el que De Marcos le hace a Özil. La zancadilla es clara y la roja, correcta.
El resto de acciones en las que el árbitro sancionó a los jugadores del Athletic también son de manual. Es merecedora de amarilla la entrada de De Marcos a Özil en el 24. O la entrada, muy fuerte, de Iturraspe en el 31.
La balanza se desequilibró al juzgar Lahoz las acciones de los madridistas. Seguramente quiso ser imparcial, pero no lo consiguió. En la primera parte no le fue mal. Acertó en la tarjeta a Ronaldo en el 27, cuando cometió su cuarta falta. También es correcto el gol de Marcelo, el primero del Madrid, porque no hay falta a Javi Martínez, como tampoco la hubo, en este caso penalti, en el forcejeo del de Aiegi con Kaká en el minuto 39.
La segunda mitad fue otro asunto. Lahoz se volvió terriblemente casero. Así, Lass tuvo que ser expulsado en el 74 por una patada sin balón a Toquero. Y poco después, Sergio Ramos sí le hizo penalti a Ibai. Penalti que no señaló el colegiado y que habría traído consigo la segunda amarilla a Ramos, que no mucho después participó en el cuarto gol del Madrid. Hizo una falta a Muniain que, claro, Lahoz no señaló, y la misma jugada la acabó rematando Callejón.