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PC chino: a la vejez, grandeza y riqueza

Hace 90 años largos - largos, porque las fechas oficiales y las históricas difieren - hizo el Partido Comunista chino su entrada en la Historia. Eran cuatro gatos -cincuenta personas escasas- perseguidos por las autoridades e ignorados por el pueblo. Hoy es el partido mayor, más poderoso y más rico del mundo, con un censo de ochenta millones de afiliados. Y la gran nación tutelada colonialmente por los grandes Estados occidentales es hoy la segunda mayor potencia económica del Globo.

Todos los comienzos son difíciles y los del comunismo chino también lo fueron. El ideario marxista llegó tarde a China - a principios de mayo de 1919 - y con muchas de las taras del despotismo bolchevique ruso. Así, su primer ideal fue el de una sociedad sin clases, basada - al modelo ruso - en el proletariado industrial.

Pero ya en sus comienzos el comunismo chino mostró su mayor virtud: la capacidad de aprendizaje y adaptación. Comprendió enseguida que en una nación agraria la revolución tenía que ser campesina antes que obrera. Como a finales del pasado siglo aprendió del fracaso del estalinismo ruso que el éxito no está en un dirigismo totalitario sino en la división de poderes: monopolio del poder político para el partido y una tolerancia con mucho sentido común para el mundo económico.

Eso no quiere decir que el triunfo del comunismo en China haya sido un camino de rosas. El peso de los comienzos clandestinos, de la guerra civil y la lucha contra la invasión japonesa exigieron su tributo. Los cambios sociales perseguidos por Mao Tse-tung, la gran figura del partido, se saldaron con un tributo de más de 30.000.000 muertos, entre purgas, guerras y guerrillas y revoluciones culturales.

Y aún hoy, en esta China económicamente aperturista y floreciente, las herencias del secretismo estalinista siguen campando como un maleficio que puede volver en cualquier momento (el último, fue la matanza de la plaza pekinesa de Tianamen en 1989). Aun se atisba hoy en China este empeño estalinista de cambiar la Historia de la sociedad aunque no sea más que con un intrascendente cambio de fechas.

Porque el primer congreso del partido -en el que 13 delegados representando a un centenar escaso de afiliados se reunieron en Shanghái, en la casa propiedad del camarada Li Han-iun- comenzó el 23 de julio de 1921, pero al partido le ha convenido más situar para la Historia la reunión el 1 de julio de aquél mismo año. Por lo visto, en el país del respeto a los ancianos, no se es nunca lo bastante viejo…

También heredaron los comunistas chinos de los bolcheviques rusos el culto a la personalidad -era el "espíritu del tiempo" en los albores del siglo XX: Lenin, Stalin, Mussolini, Hitler, etc.- y así, hoy en día en el museo que es la remozada casa de Li Han-iun, el histórico congreso está escenificado por figuras de cera, presentado a los 13 delegado nacionales y los dos observadores del Komintern sentados y escuchando las palabras de un Mao vestido de azul. La verdad es que en aquella ocasión Mao no tomó la palabra; y que los dos pesos pesados del partido a la sazón -Chen Du-ksiu y Li Daz-hao- ni siquiera acudieron. Son detalles insignificantes para el desarrollo de la historia del PC, pero la manipulación autoritaria heredada de Moscú asoma todavía.

Tampoco importa mayormente que el encuentro del 23 de julio se suspendiera abruptamente porque los delegados creyeran haber visto en la casa a un extraño, eventual espía de los franceses, y continuaron sus debates a bordo de una barcaza turística en un lago de la ciudad de Jiaxing, en la provincia de Jejiang. Pero como es un detalle que no figuraba en la iconografía primigenia de la historia oficial, tampoco se cuenta… a menos que lo pregunte uno…

…Quizá, porque los dirigentes del comunismo chino aún no han decidido si la Historia pertenece al monopolio político o al pragmatismo cotidiano…