Tras conocer lo sucedido en la localidad de Bernedo, en la colonia veraniega de Euskal Udaleku Elkartea, debemos preguntarnos qué pasa en nuestra sociedad; cómo es posible que los monitores de un campo de menores pretendan educar a éstos a su “imagen y semejanza”, sin conocimiento de sus padres, utilizando procedimientos inadecuados al menos para esas edades y vanagloriándose con manifestaciones disparatadas y argumentos absurdos en cuanto a su comportamiento educativo fuera de toda norma.
Por otro lado, qué papel juegan las instituciones públicas que evaden su responsabilidad, alegando que no eran conocedores de lo sucedido, aunque sí lo sabían desde hacía algún tiempo, además con desplantes de la persona encargada de esos temas, haciendo la vista gorda, o mirando a otro lado, e incluso había ya una denuncia que dormía el sueño de los justos en un juzgado. Tampoco parece ser contaban con los permisos necesarios para este tipo de eventos, pese a que sí cobraban los servicios que llevaban a efecto en el campamento aludido.
Y el Gobierno vasco, qué, lamentable el comportamiento de unos y otros, una desprotección total hacia la ciudadanía.