Este árbol es sueño de enamorados que se han besado bajo él. Ezkia,en nuestra lengua propia, el euskera. Los ingleses lo veneran. Para muchos es muchas cosas más que un árbol al que acercarse a besar a su novia o la sombra; fue un bar a donde íbamos a la tarde y a la noche y bailábamos, algunos encima de la mesa robusta, celebrando la juventud y la amistad, esos barres de barrio esenciales en los jóvenes. Supongo que a un músico se le figura en la mente la melodía, mientras escribe las notas, como a un escritor lo que relata mientras escribe las letras; así se recuerda el tilo y sus noches.
Frente a la fuente de Navarrería, que ahora se dice barrio, pero en antiguo era ciudad, donde en Sanfermines está la fuente, que se convertía en trampolín de borrachos extranjeros, que no conocen el control de esa fiesta, que aparentemente es un desmadre para los de fuera y una fiesta para los de casa, los de siempre. No es la Fontana de Trevi, donde los turistas echan monedas para volver, ni las fuentes de la Piazza Navona con sus cascadas de mármol con las figuras de mitos. Cada ciudad tiene sus fuentes.