El día 1 de este mes fue el día de la lucha contra el sida. Desde estas líneas quiero ofrecer reconocimiento y admiración al equipo del hospital de Basurto, pionero en la lucha contra el primer tsunami del sida. Su valentía frente al desconocimiento y el miedo de la época marcó un antes y un después en la atención sanitaria. Gracias por combatir no solo la enfermedad, sino también los prejuicios y el estigma que la rodeaban. Su compromiso fue una luz de esperanza para quienes enfrentaban una doble lucha: la médica y la social. En tiempos de incertidumbre, demostraron que la dignidad humana no tiene condiciones ni excepciones. Lucharon por el derecho a una atención compasiva, digna y sin discriminación para cada paciente. Este reconocimiento también es un homenaje a mi prima, Ana Robador Azkarate. Su esfuerzo sentó las bases de la humanización y de que los pacientes no perdieran el legado de su dignidad. El tiempo puede intentar olvidar el valor de todos estos profesionales pero la memoria colectiva debe preservarlo y honrarlo siempre.
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